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¿Cómo ha sido tu trabajo desde que llegaste a UDLA?

Desde que estoy en la Universidad he tenido la fortuna de participar en diversos proyectos de investigación, principalmente en el área de Epidemiología. Actualmente cuento con dos proyectos activos, soy co-investigadora de un Proyecto Fondecyt Regular que busca describir el rol de aves paseriformes en la transmisión del virus influenza entre aves migratorias y aves domésticas, y soy investigadora principal del Fondo Concursable de UDLA, donde estoy buscando la presencia de virus influenza en aves domésticas y silvestres en Rapa Nui. Por otra parte, el año pasado, junto a otros investigadores de la Universidad, nos adjudicamos un fondo concursable de la Subsecretaría de Agricultura, donde estuvimos trabajando con inocuidad en quesos de cabras producidos por Agricultura Familiar Campesina.

¿En qué consiste tu trabajo como epidemióloga?

La Epidemiología trabaja siempre con un enfoque preventivo. El epidemiólogo busca identificar y estudiar los factores determinantes para la presentación de enfermedades, teniendo siempre en mente la importancia de la frase “alerta temprana, respuesta rápida”. Yo trabajo con influenza aviar, donde junto al equipo de investigación nos basamos siempre en esa misma premisa que, para prevenir una emergencia sanitaria, necesitamos vigilancia activa, no reactiva

Con respecto a la actualidad, sabemos que algunos agentes saltan desde los animales al ser humano, provocando las conocidas enfermedades zoonóticas. ¿Cómo ha actuado epidemiológicamente el COVID-19?

Los agentes patógenos los podríamos clasificar: los exclusivos de los humanos, los exclusivos de los animales y aquellos que son zoonóticos, es decir, con capacidad de transmisión entre animales y humanos. En el caso COVID-19, no se conoce el origen exacto aún, pero sabemos que tiene un origen animal, es decir, pasó de ser un agente exclusivo de animales, a un agente con la capacidad de infectar a seres humanos y mutar para adquirir además la capacidad de transmisión sostenida entre personas. Hasta la fecha, la teoría más probable es que el virus se originó en murciélagos, pero aún se está investigando si es que hubo otra especie intermediaria. En un momento se propuso una serpiente, luego el pangolín, pero estas hipótesis fueron descartadas. La investigación sigue muy activa, pues comprender la amplitud de especies que este virus puede infectar es importante, ya que nos ayuda a deducir de dónde podría haber venido.

¿Cuál es la diferencia que ha mostrado el COVID-19 a otras enfermedades epidémicas de los últimos tiempos, como el MERS, ébola o influenza AH1N1 que también son consideradas zoonosis?

Una primera gran diferencia es que, entre todas esas epidemias, el COVID-19 y la influenza AH1N1 fueron epidemias con capacidad de cruzar las barreras geográficas, llegar a distintos continentes y con la capacidad de establecerse e infectar a más personas de manera sostenida en los distintos continentes. Mientras que MERS y ébola, no entraron en esta categoría. Por otra parte, el COVID-19 llegó a una población totalmente susceptible, la población humana nunca se había enfrentado a este virus, lo cual generó que su transmisibilidad fuese mucho más rápida y, por lo mismo, al ser un virus nuevo, la respuesta de la comunidad científica para poder hacer frente a este virus ha sido mucho más lenta que lo que ocurrió, por ejemplo, en la pandemia generada por influenza AH1N1 2009, donde incluir esa nueva cepa a la vacuna original de influenza estacional tuvo una mayor rapidez porque se conocían todos los mecanismos.

Actualmente los médicos veterinarios son los principales promotores del concepto de “Una Salud” o “One Health”. ¿En qué consiste?

Este consiste en la idea de que la salud planetaria es multidisciplinaria, de que, para promover y proteger la salud global, es necesario que los profesionales del área de la salud médica humana, salud animal y salud ambiental trabajen de manera coordinada y colaborativa. Este concepto es sumamente importante al hablar de las zoonosis. La fuerza de infección de un agente zoonótico se determina por el producto de tres componentes principales: la prevalencia de la infección en el reservorio animal; la velocidad a la que los seres humanos entran en contacto con estos animales y la probabilidad de que los seres humanos se infectan cuando se produce ese contacto.

Cada uno de estos componentes se encuentra influenciado por diversas propiedades de los sistemas naturales, agrícolas y humanos; con diferencias importantes dadas por el modelo de transmisión de cada patógeno. Con esto reforzamos la importancia de la interacción que existe entre la salud animal, salud ambiental y salud humana.

Hoy, en el Consejo Asesor del Ministerio de Salud para COVID-19, no hay ningún médico veterinario. ¿Cómo crees que un profesional de esta área podría aportar a la discusión y la toma de decisiones?

Creo que un médico veterinario podría aportar mucho en la discusión y toma de decisiones ya que, por nuestra formación, nos sentimos mucho más familiarizados en lo que se refiere a salud poblacional. Nosotros estamos constantemente trabajando con poblaciones (ya sea de aves, bovinos, cerdos, peces), a diferencia de los médicos humanos que tienen una formación profesional más enfocada en el individuo. Si bien no existe un médico veterinario en el Consejo Asesor del Minsal, es importante que las personas sepan que el actual representante de la OPS/OMS en Chile, Luis Fernando Leanes, es médico veterinario y Doctor en Epidemiología.