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En un nuevo capítulo del ciclo Momento, la Escuela de Arquitectura contó con la presencia de los arquitectos colombianos radicados en España, Diego Barajas y Camilo García, quienes conforman el colectivo Husos, una oficina que opera en los campos de la arquitectura, el urbanismo y el micropaisajismo, entendidas como prácticas de transformación social. Durante este semestre, tanto Barajas como García, se encuentran dictando el curso Workshop en nuestra Universidad.

En conversación con la docente UDLA, Linda Schilling, ambos profesionales hicieron un repaso por el trabajo que realizan en Husos y algunos proyectos de vivienda que han liderado, los cuales se han enfocado considerando la emergencia climática que existe actualmente. 

La arquitectura tiene una relación íntima con esta enorme crisis. Esta problemática no puede ser abordada únicamente como un asunto técnico ambiental, sino que incluye deseos vinculados a la idea de progreso con las que podemos estar de acuerdo o no, pero de las que hay que tener en cuenta. La crisis climática debe ser abordada desde una perspectiva amplia y revisando cómo se relaciona con un conjunto de aspectos de nuestro día a día”, explicó Barajas.

En esa misma línea apuntó que “desde la arquitectura nos interesa abordar tres conjuntos de acciones para abordar esta crisis: cuidar las microrrealidades, dar lugar a nuevos imaginarios con capacidad transformadora y mediar en la construcción de comunidades imbricadas”.

Nosotros no entendemos nuestros proyectos como soluciones, sino más bien como microlaboratorios, que, aunque sean imperfectos, nos puedes ayudar a poner a prueba estas ideas”, agregó Barajas.

En encargado de mostrar algunos proyectos fue Camilo García, quien compartió con los asistentes detalles de la construcción del “Edificio jardín hospedero y nectarífero para mariposas” creado en Cali, Colombia.

“Este proyecto está construido en la parte occidental de Colombia, donde ha existido una pérdida dramática de la cantidad de especies.  El proyecto fue creado como una casa-taller textil y un jardín hospedero y nectarífero para insectos, mariposas y aves. Comenzó como un encargo privado donde nos pidieron un espacio que fuera adaptable a una economía pequeña y frágil (…) El proyecto nos ha permitido, de forma paralela, poner a prueba experimentos botánicos; estos estaban compuestos por plantas nutritivas que albergaban a las orugas y mariposas”, explicó García.

El arquitecto agregó que “el edificio se desarrolló como un refugio de diferentes especies y nos sirve como indicador de la calidad ambiental, porque las mariposas funcionan como un biómetro. Después de algunos estudios creamos muros con plantas trepadoras, un sistema de riego, etc”.

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