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Comprometida con una profunda vocación de servicio, Natalia Morales, egresada de Medicina Veterinaria de Universidad de Las Américas, representa el espíritu de una nueva generación de profesionales que entienden la medicina animal desde una mirada integral, humana y ética.

Titulada con distinción en 2019, Natalia inició su trayectoria con sólida experiencia práctica en terreno, realizando su práctica profesional en el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de Copiapó y más tarde ejerciendo como médica veterinaria independiente, atendiendo animales de compañía a domicilio. Su camino la llevó luego a desempeñarse en empresas del rubro como Gabrica Chile Ltda. y Veterquímica S.A., donde fortaleció su conocimiento en medicina preventiva y bienestar animal.

Hoy, Natalia es representante técnico comercial del área de Animales de compañía (Pets) en Boehringer Ingelheim, una compañía dedicada a la salud humana y animal. Desde allí, promueve un trabajo basado en la innovación con propósito, aportando a la misión de construir un futuro más saludable bajo el enfoque One Health, que integra el bienestar animal, humano y ambiental.

¿Qué ha significado para ti formar parte de una organización que impulsa la innovación con propósito y enfoque ético?

Trabajar en Boehringer Ingelheim ha sido un orgullo y un desafío hermoso. Es una compañía que realmente pone propósito a lo que hace: mejorar la vida de los animales y de las personas. Sentir que mi trabajo forma parte de algo tan grande y con valores tan claros me motiva cada día. Además, es un entorno donde se valora la empatía, la innovación y la integridad, tres cosas que para mí son esenciales en esta profesión.

Me siento muy afortunada de poder contribuir en cierto grado, al enfoque One Health, que promueve la conexión entre la salud animal, humana y ambiental.  Gracias a Boehringer he podido ver cómo este compromiso se transforma en acciones concretas a nivel global, y eso le da más sentido a mi labor diaria.

Desde tu experiencia profesional, ¿cuáles consideras que son los principales desafíos actuales en el ámbito de la salud animal y qué aprendizajes te ha dejado enfrentarlos desde una empresa de alcance internacional?

Creo que uno de los grandes desafíos hoy en salud animal es lograr una mayor conciencia sobre la medicina preventiva, la educación de los tutores y el acceso equitativo a los tratamientos. Desde mi rol en una empresa global, he aprendido a mirar la medicina veterinaria desde distintas realidades, a valorar la importancia del trabajo colaborativo y a entender que detrás de cada estrategia o producto hay un impacto directo en la vida de los animales y sus familias.

Mirando hacia atrás, ¿de qué manera sientes que tu formación en Medicina Veterinaria en UDLA te entregó las herramientas necesarias para desarrollarte en un entorno tan exigente y globalizado?

UDLA me dio una formación muy completa, pero sobre todo me enseñó a ser una profesional comprometida. Aprendí el valor del trabajo en terreno, la empatía con los tutores y la responsabilidad que implica nuestra labor. Esa mezcla de teoría, práctica y acompañamiento humano me preparó para desenvolverme en un entorno exigente, competitivo y global, sin perder la esencia de por qué elegí esta carrera: mi amor por los animales.

¿Qué valores o experiencias de tu paso por UDLA destacarías como fundamentales para tu crecimiento profesional y para asumir con éxito los desafíos de tu rol actual en la industria veterinaria?

Lo que más rescato de mi paso por UDLA son los valores humanos: la ética, la empatía y el trabajo en equipo. Aprendí que la medicina veterinaria no se trata solo de conocimientos técnicos, sino de conectar con las personas, comunicar con claridad y actuar siempre con integridad. Esos valores son los que me han guiado para crecer y para disfrutar de lo que hago día a día.

La trayectoria de Natalia Morales, desde su formación en Medicina Veterinaria en UDLA hasta su rol en una compañía global como Boehringer Ingelheim, refleja el compromiso de la Universidad con la formación de profesionales éticos, empáticos y con visión global. Su historia nos recuerda que la salud animal es también un acto de responsabilidad social, donde la ciencia y la empatía convergen para generar un impacto positivo en la vida de todos los seres vivos.