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Raúl Cardemil es egresado de la Escuela de Trabajo Social UDLA y encargado del Programa de Vinculación con el Medio del Museo de Artes Decorativas Palacio Rioja de la Municipalidad de Viña del Mar. Dicha iniciativa cumple con el propósito de generar intervenciones sociales utilizando el capital simbólico del museo, con enfoque de Derechos Culturales y el ámbito territorial para desarrollar impactos multidimensionales hacia el buen vivir de grupos y comunidades con condiciones de pobreza multidimensional y exclusión.

¿Cómo surgió tu interés por trabajar con comunidades desde el ámbito municipal y cultural? 

“Mi posicionamiento tiene emergencia desde los sustentos que plantean que no solamente lo humano tiene agencia, más bien que en conjunto con las materialidades, como lo objetual/simbólico de un museo, la producen.

El interés nace desde mi comprensión del papel de un trabajador social en el área cultural, no como una «entrega de servicios» culturales, sino como un laboratorio de coproducción de realidad donde los objetos, los sujetos populares y el trabajador social tienen agencias enredadas por la dignidad humana.

En términos de lo que planteé en mi ponencia presentada en el reciente XXIV Seminario ALAEITS,  la Intervención Social Crítica como una definición genérica que se construye desde la producción y reproducción cotidiana de la vida social, explicitada a través de múltiples expresiones de la cuestión social y que se orienta desde la perspectiva comunitaria”.

Desde tu experiencia, ¿cuál consideras que es la importancia de acercar los museos a las comunidades?

“Uno de los vértices virtuosos de una visibilización de los museos en el cotidiano de territorios y comunidades con condiciones de exclusión y pobreza multidimensional, es la compleja malla que potencia reconocimiento, genera opciones de uso de tiempo libre, ocupación de espacios colectivos para el bienestar y facilitar solución de situaciones problemas con otros. En mi experiencia frente al escenario posterior a los siniestros que devastaron grandes extensiones de barrios en Viña del Mar, el desarrollo de intervenciones sociales consistentes en talleres de arteterapia no directiva bajo acervo simbólico del museo en sedes comunitarias, develaron impactos en las dimensiones de estimulación cognitiva, aumentos en autoestima positiva, fortalecer la interacción y habilidades sociales».

¿Qué estrategias utilizas para despertar el interés por la cultura y las artes en la comunidad?

“Tomando las ideas de la investigadora española Eva Mayo, me inscribo en el uso de la arteterapia no directiva como una herramienta eficaz para el trabajo social que logra que se profundice y se facilite la aplicación de diversos procesos de la intervención social, como la cohesión del grupo, la transformación de los procesos y la participación ciudadana, ya que incide directamente en el desarrollo comunitario, social y personal. Además, en la situación de grupos y comunidades, según la autora, las actividades artísticas incentivan procesos de socialización, integración y cooperación, facilitan la relación con el entorno, incluyendo en este a las personas, los objetos y el espacio”.

¿Qué herramientas te entregó la Escuela de Trabajo Social de UDLA para desempeñarte en tu labor actual?

“El mayor traspaso de competencia de mi formación como trabajador social en UDLA fue la flexibilidad, liquidez profesional para responder a escenarios desafiantes, como responder a las consecuencias comunitarias de fenómenos complejos, con rigor, innovación y desde la triada integrada epistemológica-metodológica-operativa desde el sustento ético de responder adecuadamente a la defensa de la dignidad humana. En particular, cabe señalar el desarrollo de una mirada crítica enmarcada en la evolución social actual”.

¿De qué manera tu formación en UDLA incentivó tu compromiso con el trabajo comunitario?

“Mi crecimiento profesional en UDLA al desarrollar un aprender-hacer en zonas de contacto con diversas realidades sociales, que conllevan la generación de habilidades blandas, capacidad de articulación, pensar en perspectivas interdisciplinares para crear impactos y pensar en términos de factibilidades y no crear falsas expectativas. La aproximación de la construcción profesional del trabajador social se motiva y se proyecta desde el constante encuentro con las narrativas comunitarias y de pensamiento crítico durante la formación”.