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Gracias a la alianza entre la comunidad del barrio Esquina Blanca del Ferrocarril de Maipú, UDLA y la empresa Reutil, se implementó un proyecto de vermicompostaje domiciliario que ha permitido a decenas de familias reducir sus residuos, producir abono natural y reconectarse con el entorno en una experiencia que fortalece el tejido social y promueve la economía circular.

La iniciativa, impulsada por el Programa de Intervención Comunitaria (PIC), nació a partir de un diagnóstico participativo que identificó la necesidad de fortalecer la educación ambiental y la gestión de residuos en el sector. “Nuestro equipo acompañó todo el proceso, desde la identificación de necesidades hasta el diseño e implementación del proyecto”, explicaron desde el equipo pedagógico territorial del PIC, conformado por los gestores territoriales Marcela Soto y Cristián Cepeda, junto a la Coordinadora de Intervención Comunitaria de Campus Maipú, Tamara Valencia.    

Para Nicol Astudillo, presidenta de la Junta de Vecinos Los Cóndores, el proyecto ha sido una oportunidad concreta para mejorar la calidad de vida del barrio: “Esto va a beneficiar a las familias, uno para que tengan su propio humus y lo segundo para salir de sus rutinas y tengan algo más para entretenerse y hacerse cargo”. Además, destacó el impacto en las huertas comunitarias del sector: “Esto va a ayudar a que tengamos más vitaminas para nuestras hortalizas y poder ayudar al vecino, incluso a la olla común del sector”. 

Vecinas como Jessica Vidal y Elisa Jara también valoraron la experiencia. “Me puso muy contenta porque yo quería una vermicompostera para hacer esa tierra orgánica llena de nutrientes”, comentó Jessica. Elisa, por su parte, señaló: “Significa mucho colaborar con los residuos. Ya me hago responsable de mi basura y no tiro lo que me puede servir para mis plantas”. 

Uno de los pilares del proyecto ha sido la colaboración con Reutil, organización especializada en educación ambiental y gestión de residuos. Justine Marie Leseigneur, cofundadora de Reutil, explicó que su aporte va más allá de lo técnico: “Implementamos metodologías participativas que vinculan a la academia, vecinos y autoridades en la cocreación de soluciones adaptadas al territorio”. Además, destacó que el modelo genera un doble impacto: “Reducción efectiva de residuos orgánicos del hogar (hasta en un 60%) y fortalecimiento del tejido social con miras hacia la economía circular en el hogar”. 

Desde la Municipalidad de Maipú, María Teresa Ramírez, encargada de la Subdirección de Medio Ambiente, valoró la articulación del proyecto con las políticas locales. “El proyecto se alinea directamente con la Estrategia Ambiental Comunal. La fracción orgánica representa el 58% de los residuos domiciliarios, por lo que educar sobre su tratamiento es clave”. También subrayó la importancia de este tipo de alianzas, “la participación es clave para estas iniciativas comunitarias. Cada persona que se involucra en el cambio de hábitos por el medio ambiente es un ejemplo para todo su círculo cercano”. 

La Escuela de Agronomía de UDLA también ha sido parte activa del proyecto, aportando desde una mirada técnica y ecológica. Keny Nakashima, director interino de la carrera, explicó que “la visión que proponemos es una visión ecológica desde su definición científica. Formamos parte de un sistema mucho más complejo, donde el ser humano no es el centro, sino una pequeña pieza dentro de un ciclo natural”. Además, adelantó que se desarrollará un estudio comparativo para medir el impacto del proyecto en términos ambientales y económicos. 

Finalmente, desde el Programa de Intervención Comunitaria, señalaron que la expectativa es que “esta experiencia sirva como modelo para futuras iniciativas en otros barrios de la comuna. Apostamos a que la articulación entre universidad, comunidad y organizaciones locales siga fortaleciéndose”.