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La académica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina, Griselda Flesler, abordó el impacto que tienen los proyectos transformadores para promover la equidad de género en contextos educativos. Especializada en temas de diseño, urbanismo y arquitectura, la investigadora ha impulsado iniciativas como salas de lactancia y baños “sin distinción de género”, que fueron realizadas en la principal institución educativa de su país.

Flesler, además, es desde 2018 referente de la Universidad de Buenos Aires ante la Red de Género Universitaria (RUGE) del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) de Argentina.

Su conferencia, enmarcada en el ciclo de charlas y conversatorios del Día Internacional de la Mujer de Universidad de Las Américas, fue organizada por la Facultad de Arquitectura, Animación, Diseño y Construcción. “Estas conversaciones trascienden y dan espacio a la representación de ideas que son fundamentales en el pensamiento y la reflexión de esta facultad”, señaló el Decano Juan Pablo Corvalán.

“¿Qué pasó cuando el feminismo logró instalar con mucha fuerza que en los espacios universitarios también se reproducen desigualdades y violencia?”, se preguntó Flesler antes de describir el proceso y enumerar diversas acciones creadas en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires y que lograron notoriedad internacional.

Uno de ellos fue la inauguración del primer baño sin distinción de género, proyecto que tuvo como propósito resignificar el espacio universitario e implicar a toda la comunidad y no solo “a los convencidos”, según describió la diseñadora argentina. “Algo fundamental es que las ´políticas de género no son una agenda exclusivamente para mujeres, sino para incrementar el espíritu democrático de la universidad”.

La investigadora remarcó que estos temas siguen siendo minimizados por resistencias que van “en todos los órdenes y niveles”. Es por ello que este tipo de iniciativas requiere de seguir profundizando el desarrollo de estudios y la recopilación de datos que permitan justificar “lo que estamos haciendo y la problemática que estamos abordando”. Y es que aun cuando la universidad pueda ser considerada como un espacio distinto al de otros en la sociedad, también se replican desigualdades que no solo son de género, sino también de clase, experiencias de vida y corporalidades.

Resignificando el espacio

La también Doctora en Ciencias Sociales remarcó que existe múltiple evidencia respecto a cómo espacios como salas de cuidado o salas de lactancia, pueden contribuir al desarrollo de sus carreras. En el caso del proyecto de un área sanitaria sin distinción de género, la especialista de la UBA planteó que persiguieron el objetivo de advertir una dimensión que no se estaba pensando en el diseño y no solamente generar comodidad a personas que podían sentir incomodidad o experimentar situaciones complejas al realizar tareas cotidianas como ir al baño (por ejemplo, las personas transgénero).

Flesler reconoció que el proyecto fue diseñado como un dispositivo pedagógico para quienes desarrollan proyectos dentro de las disciplinas del diseño y la arquitectura. Materializar el “baño sin distinción de género” les permitió incomodar ciertos esquemas preestablecidos y cuestionar la inercia institucional, una suerte de “piloto automático” que considera a ciertas representaciones e invisibiliza otras.