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La arquitecta española Marina Otero, quien actualmente investiga el futuro de los centros de datos en el mundo, dictó una charla magistral en Universidad de Las Américas sobre el desafío global que suponen estas infraestructuras clave para la revolución tecnológica marcada por la IA.

 La también académica de la Universidad de Columbia señaló que el planeta avanza irremediablemente hacia una zona de insuficiencia en la capacidad de almacenamiento de datos, es decir, produciremos más información de la que podemos almacenar y procesar, tanto a nivel individual como a nivel general.

 “El 2023 fue el año con la mayor cantidad de centros de datos construidos de la historia”, señaló Otero, quien advirtió que su operación consume tanta electricidad y genera tantos gases de efecto invernadero como la industria aérea. Algo que podría seguir agudizándose con la expansión de la Inteligencia Artificial en el mundo, según proyectó la experta.

 La jornada se realizó en el Campus Providencia de UDLA, con el objetivo de iniciar las actividades académicas de la Facultad de Arquitectura, Animación, Diseño y Construcción, y contó con la presencia de su Decano Juan Pablo Corvalán, docentes y estudiantes.

 “Hemos aprendido que los cambios tecnológicos, en particular la IA, significan modificaciones sociales importantes, que aceleran ciertos procesos que desde el organismo hemos entendido: desigualdad, impacto medioambiental, que se ven reflejados en el espacio. Si bien esos procesos pueden parecer lejanos, los vivimos en el día a día. Estamos en transición permanente y los estudiantes deben tener lectura crítica al respecto”, dijo Corvalán.

 El caso chileno

 En su exposición la arquitecta puso de ejemplo lo que ocurre en nuestro país como polo de desarrollo tecnológico, con la instalación de las operaciones de gigantes como Google y Microsoft, y la observación astronómica; y también de recursos críticos para este proceso, como el litio. “Chile se está convirtiendo en uno de los principales destinos de centros de datos”, señaló Otero.

 Para la profesional, si bien estos centros fundamentales para la revolución digital “prometen progreso socieconómico”, también hay que evaluar “los costos ambientales y sociales” asociados. Entre las referencias que ha observado para su estudio global se encuentra la negativa de la comunidad de Cerrillos para albergar una infraestructura tecnológica de Google por la amenaza a acuíferos.

Aunque la industria tecnológica está en busca de soluciones, entre ellas centros de datos que reutilizan en calor emitido por servidores para calefactar viviendas, invernaderos o piscifactorías, sus impactos siguen presentes: las granjas eólicas y represas que permiten su funcionamiento afectan a comunidades indígenas y locales.

 La investigadora recordó que Chile es también “un epicentro” para las industrias productoras de minerales como el litio, un insumo clave para la fabricación de computadores, autos eléctricos y teléfonos. Su extracción causa “la evaporación de millones de litros de agua en el Desierto de Atacama”, lo que “amenaza a todo el ecosistema”.