Adscrita a Gratuidad
Jaime Arancibia es ministro de la Corte de Apelaciones de Valparaíso y comenzó su carrera en el Poder Judicial desempeñándose como Oficial Segundo del Tercer Juzgado del Trabajo de Viña del Mar en 1977, mientras realizaba sus estudios de Derecho en la Universidad de Chile, Sede Valparaíso, actual Universidad de Valparaíso.

Al recibir su título de abogado, se desempeñó sucesivamente como: secretario del Primer Juzgado de Letras de Copiapó; relator de la Corte de Apelaciones de esa ciudad; Juez del Primer Juzgado de Letras de San Felipe; Juez del Segundo Juzgado de Letras de Iquique; y en 2002 fue nombrado ministro en la Corte de Apelaciones de Copiapó y, desde 2005, es ministro en la Corte de Apelaciones de Valparaíso. En estos últimos tribunales colegiados fue su presidente los años 2002 y 2013.

En la sección “Consejos de profesional a profesional” el entrevistado comenta su experiencia como académico de Derecho UDLA en la Sede de Viña del Mar, sus motivaciones en lo profesional, el rol que cumple un ministro de la Corte de Apelaciones, entre otros temas.

¿Cómo comenzó su carrera en el Poder Judicial? ¿qué lo motivó a ingresar a dicha institución?

Como tenía familiares que trabajaban en el Poder Judicial por allá en el año 1975, me interesé en conocer el trabajo interno de un tribunal. Posteriormente, al año siguiente, me puse a estudiar Derecho mientras era funcionario del Juzgado del Trabajo de Viña del Mar. Entonces, evidentemente, ahí se produce una confluencia de intereses, en el sentido que uno aporta a la labor jurisdiccional a través de los estudios teóricos, pero, además, en la medida que se avanza en la carrera, uno se va interiorizando más del trabajo judicial y se interioriza con mejor conocimiento de causa de la labor jurisdiccional.

Me inicié como un empleado de secretaría y poco a poco empecé a ascender en el transcurso de estos casi 50 años que llevo en el Poder Judicial. Comencé realizando suplencias, también oficiando como relator y luego, ejerciendo diversas funciones en distintos tribunales. Partí en un juzgado del trabajo, después ese tribunal se transformó en un Juzgado Civil por las reformas del año 1981. Posteriormente, estuve en un Juzgado de Letras. Después, trabajé en el Tribunal de Iquique, y ya en esos entonces manejaba las materias penales y civiles. Finalmente, en 2002 ejercí como ministro de Corte.

Enfocándonos en el papel del relator, ¿cómo fue su experiencia en aquella época y cómo le ayudó esta labor para llegar a ser ministro?

La labor del relator en una Corte es fundamental en el desarrollo de un funcionario judicial del Escalafón Primario, pues permite conocer el trabajo de los jueces de toda una jurisdicción y cómo los ministros abordan y resuelven los casos. Es un poco como la labor de un empleado de secretaría que aspira en un tribunal a ser juez (a partir del momento en que se recibe de abogado y supere los exámenes de la Escuela Judicial del Poder Judicial de Chile), pues ocurre en muchos casos que los relatores también llegan al cargo de ministro de Corte, como lo fue en mi caso.

¿Cuáles son las ventajas de ser funcionario judicial?

Lo más significativo es que eres parte del Poder Judicial, y dentro de ello, la labor que uno hace que es resolver los asuntos o causas que son sometidas a la decisión de un juez. Particularmente considero que se trata de una de las labores más importantes dentro de una sociedad y de un sistema jurídico respetuoso de los derechos humanos. Además, esta labor conlleva una cierta estabilidad, ya que es un trabajo que siempre va a existir, siempre existirán conflictos o discusiones jurídicas que será necesario sean resueltas convenientemente y con todas las garantías existentes en un estado de derecho.

Por otro lado, trabajar en los tribunales permite realizar una carrera extensa en permanente perfeccionamiento de distintas materias, teniendo en cuenta que la regla general es que produzcan muchos cambios legislativos y eso, también, permite hacer clases en la Academia Judicial.

Además, da la opción de hacer cursos de perfeccionamiento, no sólo en el país, sino también en el extranjero; por cuanto Chile es un referente importante en determinadas materias, como, por ejemplo las reformas procesales penales en relación a la situación de Latinoamérica.

¿Cómo ha sido su experiencia como académico en UDLA?

Ha sido muy satisfactoria, pues he visto muchos alumnos realmente interesados en las materias que estudian; saben que ese estudio les podrá deparar satisfacciones en determinados campos profesionales que elijan en el futuro. Creo que a los estudiantes se les debe dar diversas alternativas, para que ellos, conforme a sus gustos o aspiraciones, determinen los pasos que deberán dar en el futuro.

También he sido testigo de la excelente labor de muchos profesores que, en sus determinados campos, les permiten entregar a los alumnos las herramientas necesarias para su vida profesional posterior.

Muchas veces resulta difícil para los egresados lograr el primer trabajo y ejercer su profesión ¿Qué consejos le da?

Deben estar atentos a las posibilidades que muchos servicios públicos y los mismos tribunales otorgan periódicamente conforme a sus estatutos. También es importante que el egresado demuestre un real interés por los trabajos a los cuales postula y por funciones que en una primera etapa pueden ser insuficientes, pero que a la larga, existiendo constancia y responsabilidad en las labores, puede deparar reales posibilidades de contratación.