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A través de un recorrido por la Villa Frei en la comuna de Ñuñoa, estudiantes de la Escuela de Arquitectura UDLA presentaron sus proyectos de título a la comunidad. El taller de título contó con la guía de los académicos Julio Suárez, Verónica Francés y Nahuel Quiroga.

La particularidad de este taller de título es que los elementos utilizados por los estudiantes para crear sus obras en escala 1:1 fueron objetos reutilizados, donde se destacan troncos, madera, fierros y plásticos.

Francés explicó en qué consistió el taller y el porqué de la utilización de estos objetos: “aquí se pretendía insertar el elemento de la comunidad, y la manera de hacerlo lo llamamos “Sintaxis comunitaria”. Cuando hablamos ocupamos palabras que forman párrafos y que forman historias. Acá tomamos desechos, acciones y experiencias comunitarias, las anudamos todas entre sí y con eso creamos historias que pretenden poner en valor elementos olivados, perdidos, rotos o quebrados que vuelven a tomar vida. Aquí el lujo no ha sido para nada los materiales de construcción de estas obras, sino que el lujo ha sido darnos el tiempo de realizar las obras en común”.

Sobre la utilización de objetos no convencionales, Pablo Flores, estudiante de arquitectura, comentó que “lo más importante e interesante del taller fue poder trabajar con materiales reutilizables. No tienen la rigidez que tienen los proyectos de arquitectura que solíamos hacer y eso nos permitió salirnos de la estructura del programa. Gracias a esto ya no trabajé del plano hacia la realidad, sino que de la realidad hacia el plano”.

Los trabajos de las y los alumnos se enmarcan en el Programa de Intervención Comunitaria, el cual desde 2016 implementa la Escuela de Arquitectura y que replantea el aporte de la arquitectura a la sociedad, enfocándose en el trabajo mutuo de la academia con la práctica; permitiéndoles a los estudiantes un entendimiento más profundo entre la práctica profesional y el compromiso social.

Daniel Codecido, estudiante de arquitectura aseveró que, “trabajar con una comunidad tiene que ser un trabajo serio, nuestro rol como arquitectos es importante para las comunidades. Durante el proceso cada vez que se presentaba una dificultad, ya tenía vista varias opciones de solución para poder presentárselas a la comunidad y poder tomar la decisión en conjunto”.

En ese sentido, Flores agregó que, “al principio fue difícil porque uno es foráneo y eso la gente lo sabe, pero teniendo llegada con uno o dos vecinos, la comunidad se va abriendo. La gente del barrio se ha portado un siete, comprenden que uno le está dando valor al lugar y les hace sentido”.

Frente a las dificultades que presentaron los proyectos durante su ejecución y desarrollo, la comunidad de Villa Frei fue fundamental para el cuidado de las obras y su mantenimiento. “A pesar de ser desechos han sido altamente valorados, queridos y cuidados por la comunidad, a tal punto de que las obras que estaban en proceso de producción comunitaria con carteles de “no tocar” u “obra en proceso” sufrían una caída o un percance, los vecinos los volvían a colocar o los volvían a escribir, esto nos habla del cuidado común y da la producción colectiva del espacio”, concluyó la académica Verónica Francés.