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El tercer capítulo de la séptima temporada del ciclo CIELO FALSO, espacio conducido por Linda Schilling, académica e investigadora de la Escuela de Arquitectura UDLA, tuvo como invitado a Pedro Pablo Achondo, Magíster en Teología Moral y Práctica por el Centre Sèvres de Paris y académico adjunto de la Escuela de Arquitectura UDLA del Taller de Comunicación Escrita.

La charla comenzó con la discusión del cambio climático y las variables que este pueda llegar a tener en los humanos y no humanos. Plateando que en esta era geológica de perturbación humana que es el Antropoceno, no solo sufren quienes habitan el planeta, sino que también el mismo planeta.

“Miro el Antropoceno desde una área más científica o más geológica, pero esto lo leo como un gran marco temporal de sufrimiento, una era de padecimientos. El Antropoceno es el espacio temporal donde el planeta padece. Cuando uno habla del dolor o del padecimiento está hablando de afectos, entonces uno empatiza de alguna manera. Esto no es solo el cambio climático, sino que es un súper organismo que vive un tiempo de perturbación y de degradación”, comentó Achondo.

En lo último que ha estado trabajando el invitado es en la exploración de los bosques de Alerce en el sur del país, especie endémica que se encuentra tanto en Chile cómo en Argentina, entre Valdivia y Chaitén.

Achondo explicó que a través del oficio artesanal de las tejuelas de Alerce se introdujo en los bosques de esta milenaria especie: “Llegó a través del oficio artesanal del “tejueleo”, de los trabajadores que se dedican a hacer tejuelas. Es un oficio “anti ecológico”, donde tienes que derribar un árbol que probablemente se demoró entre 800 a 3000 años en crecer ¿cómo tanta aberración? Me introduje en conocer a los tejueleros, en su experiencia y en qué significa que ellos formaran parte de la herida ambiental de los bosques ambientales”.

Durante la pandemia estuvo inmerso en terreno analizando distintos factores que rodeaban estos árboles, los cuales se encuentran protegidos por Bienes Nacionales. Uno de los aspectos investigativos realizados por Achondo en estos bosques es la de escuchar su “voz”, carácter que definió como algo no humano.

“He intentado de escuchar la “voz” del bosque. La pandemia me permitió estar dos años completo solo en los bosques ya que los parques nacionales estaban cerrados para el público, y en calidad de investigador Conaf me permitió visitarlos”, aclaró el teólogo.

Las voces de quienes rodean el bosque también se volvieron necesarias de escuchar para su investigación, es así como se generó el interés en guardaparques, comunidades, trabajadores y científicos.

“Lo otro ha sido escuchar la voz de los guardaparques, están allí todo el tiempo y su vida gira alrededor de este espacio vegetal. Preguntarles ¿cómo les afecta la vida del bosque? y ¿cómo ellos afectan la vida del bosque? Los lugareños, son habitantes que tradicionalmente llegaron ahí a trabajar el Alerce, a forestarlos. Madera que fue muy trabajada en Chile durante más de un siglo y medio, la extracción salía del país hacia el norte por el Pacífico, primero como varones o postes de luz y luego en forma de tejuelas. La voz de la investigación también se ha hecho necesaria. Conversar con ingenieros forestales, dendrocronólogos, gente que estudia la madera, artistas, carpinteros o constructores de iglesias. Todas las voces que tienen una relación con esta especie llamada Alerce. A todas estas voces trato de hacerlas dialogar bajo mi propia experiencia en terreno”, explicó Achondo.