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El destacado académico, médico cirujano, especialista en Salud Ocupacional, consejero de la OMS e impulsor del “Plan Auge”, quién diseñó la propuesta de cambios curriculares para las carrereas de la salud, desarrollando un modelo progresivo y gradual de encuentro de los estudiantes con la realidad territorial, recalca que este proceso ha sido intenso porque se trata de un compromiso con las comunidades y  “cuando uno le entrega la palabra a la gente y capacidad de decisión, se está realizando transferencia de poder en favor de las personas, de las comunidades y de las y los pacientes, y eso les cuesta aceptarlo a los profesionales”.  

 A 10 años del inicio del Programa de Intervención Comunitaria, que se despliega en diferentes comunas y territorios del país, conversamos con su fundador, Hernán Sandoval, quien nos explica que este programa es fruto de una crítica al denominado modelo médico que pone a las comunidades y los pacientes en un escalafón menor porque “confía más en la tecnología, es prescriptivo, autoritario, que trata enfermedades y no personas”.

Por lo mismo, establece que la base de la reflexión es tener la claridad de que “la salud es el resultado y parte de un proceso y, por lo tanto, debemos conocer cuáles son los mecanismos que intervienen en ese proceso”, y destaca: “la persona que tiene una enfermedad forma parte de una realidad y su contexto, que contiene diversidad de factores y causas que en algunos casos generan daño y en otras circunstancias son protectoras de la salud. Hay un complejo individual que significa considerar los aspectos genéticos de la persona y hay un entramado socio cultural y económico”.

Por ello, el fundador del Programa IC es enfático en señalar que “debemos hacer un reconocimiento del rol del paciente y de su familia y del entorno sociocultural, lo que nos obliga a conocerlo y mantener un diálogo con las personas”.

Una alternativa al “modelo médico”

 Sandoval explica que los orígenes del Programa de Intervención Comunitaria apuntaron a ser una alternativa del llamado “modelo médico” en salud, que es el que se aplica en el país y que apunta al tratamiento de enfermedades y no su prevención.

“Tenemos que partir de la visión de que el modelo hegemónico de salud es el que le da importancia a los aspectos tecnológicos en el manejo de las enfermedades”, sostiene el facultativo, quien destaca que se enfrentaban a un enorme desafío pues “la potencia del modelo médico es enorme. El sector salud completo mueve mucha plata, US$ 50 millones diarios. Por lo mismo, los intereses financieros van a luchar contra la innovación”.

De esta forma, Hernán Sandoval explica que se buscó implementar un modelo en el que se entienda que en “el proceso de enfermedad y de curación, el individuo y su entorno tienen una tremenda participación. Por lo mismo, nuestra posición es no solo tratar el síntoma o la enfermedad, sino que hay que tratar a la persona en su contexto”.

Es por esto que el fundador del Programa IC cree necesario que se haga un permanente “reconocimiento del rol de la persona, de su familia y del entorno sociocultural, lo que nos obliga a conocerlo y poder tener un diálogo con las personas”.

Una cuesta empinada de superar

En los primeros tiempos del Programa IC la reacción de los docentes fue compleja,  destaca Sandoval, ya que “consideraban que lo importante era el tratamiento individual. No se tomaba en cuenta que desde el punto de vista de salud pública se debe reconocer el entorno que causa daño”.

El doctor Sandoval recalca que hay evidencia empírica que permite responder a los críticos de la propuesta del Programa IC y menciona un “estudio de la Universidad de Canadá de 2004 que establece que, si consideramos el estado de salud de una persona en su conjunto como un 100%, el 50% se debe a las condiciones y calidad de vida; un 15% a las condiciones genéticas de las personas y un 10% se debe a la calidad del ambiente. Y solo el 25% está relacionado con el acceso a la atención médica”.

Y por sobre todo, destaca que “en Chile, a pesar del COVID, las enfermedades crónicas patógenas no transmisibles y, particularmente, el infarto al miocardio o los accidentes vasculares encefálicos siguen siendo la primera causa de muerte. Todas estas enfermedades toman decenas de años en producir los resultados que estamos comentando y que nos invitan a hacer cambios profundos a través de una nueva formación en los profesionales”.

Consecuencias en el proceso formativo

Sandoval expresa que este proceso de 10 años ha logrado objetivos importantes en la formación de los alumnos y alumnas, además del fortalecimiento de los lazos con las comunidades. Por esta razón, cree que ha sido “un ‘gana-gana’ para las comunidades y para los estudiantes al conseguir las habilidades necesarias para desarrollarse en las comunidades. 

 “Nuestros estudiantes han ganado, porque han podido relacionarse con la comunidad, con gente de diferentes condiciones sociales, culturales y considerarlas en su otredad; personas que merecen respeto y reconocimiento por sus vivencias y saberes. Este modelo entrega una formación más completa”, expresa el fundador del Programa de Intervención Comunitaria, quien destaca que “esta experiencia demuestra que quienes participan se vuelven mejores profesionales. Hay que hacer un esfuerzo por generalizar este tipo de formación en otras instituciones académicas”. Sandoval también estima que este debe ser un proceso permanente ya que “no basta con la presencia de la Universidad, sino que se deben articular todos los elementos que componen a una comunidad con el fin de mejorar las condiciones de vida”. 

Finalmente, el doctor Sandoval afirma, a modo de proyección del Programa, que ”se debe generar una capacidad de las personas y comunidades de ser protagonistas de su propia salud. Tenemos que ser capaces de generar conciencia en las personas que son las constructoras de su salud”.