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Como parte de su Ciclo de Investigación, la Facultad de Ingeniería y Negocios presentó una charla que tuvo como propósito mostrar los resultados derivados de un proyecto de investigación que se realizó entre el Departamento de Estructura Económica y Economía del Desarrollo de Universidad Autónoma de Madrid, el Instituto Lawrence R. Klein de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad de Pekín.

El proyecto, cuyo título es “Lograr una estrategia de seguridad alimentaria mediante la cuantificación de la pérdida y el desperdicio de alimentos. Un estudio del caso de la economía china”, culminó con un artículo publicado en Sustainability, revista académica que aborda temas de sostenibilidad ambiental, cultural, económica y social.

En esta ocasión, la ponencia fue liderada, a través de la plataforma Zoom, por uno de sus investigadores, Daniel Durán, también académico de nuestra Facultad y revisor de Springer Nature. El principal objetivo de esta investigación fue estimar la cantidad de pérdidas y desperdicios de alimentos en China y analizar cómo esta pérdida afecta o impide el logro del desarrollo sustentable, relacionado con la seguridad alimentaria y el medio ambiente.

Algunos de los datos que entregó el profesional es que China alberga el 22% de la población mundial, según las estimaciones de la FAOSTAT (difunde datos estadísticos recopilados y mantenidos por la Organización para la Agricultura y la Alimentación), y que 122 millones de personas en China sufren de desnutrición, entendiendo por desnutrición “una persona no tiene acceso a los alimentos de calidad nutritiva suficientes para poder tener una vida saludable dentro de un periodo de 1 año”, afirmó el experto.

Entre los motivos principales de esta realidad, el académico menciona “la redistribución de la población que en China es bastante compleja por su geografía y dentro del pequeño sector en donde se concentra la población, solo el 7% es de tierra arable, lo que lo obliga a ser un país importador neto de alimentos; limitando la disposición de éstos para el consumo directo”.

Por otra parte, temas coyunturales, como la guerra comercial entre China y EE. UU. y la actual pandemia, afectaron bastante los precios en los últimos años, así como también transporte, distribución y la misma producción de alimentos para la misma población china. Y en términos medioambientales, que “China es el país que emite mayores gases de efecto invernadero después de EEUU, lo que provoca un cambio climático que impide o afecta negativamente la producción de bienes agrícolas y ganaderos y, por ende, da muy poco acceso a productos de calidad para sus habitantes”.

Para poder estimar los datos de su investigación, usaron una metodología llamada “Enfoque de balance de masa”, con la que obtienen datos de distintas fuentes de información. “Lo que hicimos fue tomar base de datos agregadas para poder hacer estimaciones de modelos estadísticos, matemáticos, biométricos, etc. Teniendo información comparable a nivel nacional e internacional, podemos determinar, por ejemplo, cuántos son los alimentos que se destinan a consumo humano y cuántos a otros usos; también conocer la cantidad de alimento que es efectivamente comestible, y cuánto es el porcentaje de pérdida por ciertos grupos de alimentos”.

En conclusión, el artículo determinó como resultado que en China se pierden 400 millones de toneladas de alimentos al año, lo que equivale a 277 kilos per cápita, “cifra que es bastante alta considerando que a nivel mundial se pierden 240 kilos per cápita”, afirmó el académico.

Esta pérdida se da mayormente en el grupo de vegetales y cereales, los que se pierden en cuatro etapas de la producción: producción agrícola, almacenamiento, distribución y consumo. Y la causa principal, es un exceso en la producción, debido al gran crecimiento económico que ha tenido este país en los últimos años, y los incentivos que se han dado para aumentar dicha producción.

Sin embargo, para combatir la pérdida y desperdicios de alimentos el gobierno ha adoptado ciertas medidas, como exigir la implementación de ciertas tecnologías que permitan, por ejemplo, proteger los granos por más tiempo. En esta misma línea, generaron una nueva normativa bajo el alero de una política nacional de economía circular, donde se contabiliza la pérdida, su reducción y su revalorización; por ejemplo, todos los alimentos que desechan deben ser diferenciados por alimentos orgánicos y los que son susceptibles a transformarse en energía, para poder ser utilizados posteriormente.

Finalmente, frente a los desafíos a trabajar, el académico plantó que tanto en China como en el resto del mundo, es de suma importancia contar con una integración entre las políticas públicas (y no particulares) entre los distintos ministerios de cada país, para que “identificando la demanda nacional así como también el impacto medioambiental que genera la industria de alimentos, se pueda producir eficientemente, al mismo tiempo que se cumplen con los objetivos de la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible”.