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La académica de la Escuela de Arquitectura, Linda Schilling, junto al arquitecto Claudio Astudillo, fueron parte de la tercera master class de “Caja de Herramientas”, curso del Campus Creativo de la Universidad Andrés Bello, el cual propone una apertura al reconocimiento de todas las herramientas proyectuales contemporáneas que trabajan ciertos marcos interdisciplinarios. 

En esta oportunidad, presentaron el proyecto “Toxicidad Distribuida: economías post-extractivistas” que fue expuesto en el Radial System, en Berlín, en el marco del festival “Driving the Human” en octubre del año pasado.

La actividad comenzó con el proyecto de investigación “Extractopia” el cual aborda los vestigios de infraestructuras de la mina Los Pelambres en la región de Coquimbo a propósito de su cierre. Este trabajo investigativo fue la aproximación inicial al proyecto “Toxicidad Distribuida”.

Según la autora, este “examinaba las cifras estructurales de una máquina extractiva, en este caso una mina de cobre. Estábamos con el ojo puesto en qué iba a suceder con los canales de contorno, con los relaves, con el concentraducto, la correa transportadora, el puerto, todos esos elementos infraestructurales que al 2037 iban a dejar de funcionar”.

A través de un llamado del festival “Driving the Human” el dúo de arquitectos decide desarrollar la propuesta de “Toxicidad Distribuida”, la cual está enfocada en los residuos ambientales que permanecen luego que las empresas extractivas dejan de funcionar y cómo las comunidades adyacentes interactúan con estos “pasivos ambientales”.

Entendíamos a los pasivos ambientales por su escala como unidades de paisajes que podían sostener economías de remediación medioambiental colaborativas y de alguna manera de una escala atomizada entre las comunidades que allí se encontraban”, comentó la académica UDLA. 

Schilling junto con Astudillo explicaron durante la presentación el ejercicio que realizaron para imaginar cómo serían las economías futuras sobre estos territorios, donde se preguntaban ¿Qué tipo de economías podían surgir de ahí? ¿Cómo articular las comunidades para hacer acciones de remediación en las zonas afectadas?  Teniendo en cuenta de que estos procesos no duran años, sino que décadas y generaciones.

Hay una escala en la cual opera este tipo de economías que es demasiado grande para poder de alguna manera remediar o enfrentar con las mismas lógicas de lo sucio se limpia, lo destruido se vuelve a construir o lo afectado se repara”, agregó Schilling.

Como parte de la investigación los arquitectos contactaron a diversos expertos para poder suplir ciertos límites disciplinarios. Los cuales fueron, un Ingeniero forestal para comprender los impactos de 140 hectáreas de eucaliptos utilizados para absorber agua con concentrado de cobre durante el funcionamiento de la mina y después que esta deje de funcionar, un biólogo marino que aclarara los impactos de la planta desaladora en la bahía de los Vilos y un microbiólogo para entender la vida microbiana en los depósitos de relave.

En ese sentido la académica UDLA argumentó que “la idea era trabajar con ellos en pequeños relatos que respondieran a preguntas que gatillaban la reflexión sobre estos pasivos ambientales”. 

Durante la presentación mostraron en qué consistió la exposición en “Driving the Human”, la cual tuvo una duración de 3 meses. Esta contó con muestras de los pasivos ambientales como hojas de eucalipto, tierra de la plantación forestal, arena, material de relave, conchas de mar e indumentaria de los trabajadores de la mina.

En las 3 mesas donde se encontraban estos objetos, Schilling detalló que “se mostraba un pequeño video donde el o la trabajadora en primera persona contaba cómo fue abordar este pasivo ambiental desde la perspectiva de una economía y cómo había surgido esa economía. Los asistentes se podían poner unos audífonos, escuchar el relato y luego seguir viendo la historia en la descripción de los objetos”.