Estas en: Home UDLA Investigadores UDLA: Conoce el trabajo que realiza la académica Cecilia Ramos con la Fitopatología molecular
Publicado el 3 de junio de 2021
Cecilia Ramos Blanco, es Secretaria Académica de la Escuela de Agronomía de la Facultad de Medicina Veterinaria y Agronomía de UDLA; ingeniera agrónoma, Magíster en Ciencias Agropecuarias y Doctora en Ciencias Silvoagropecuarias y Veterinarias de la Universidad de Chile. Forma parte del Núcleo de Investigaciones Aplicadas de Medicina Veterinaria y Agronomía (NIAVA).
En el colegio, siempre estuve relacionada con el área científica. Eran las asignaturas que más me motivaban y en eso creo que tuvieron que ver los profesores de estas materias, los cuales marcaron mis pasos futuros. Siendo aún niña, mientras observaba el trabajo de tesis de uno de mis tíos agrónomos, supe que era la carrera de mi vida. Ya en la universidad, me llamó mucho la atención la pasión transmitida por los profesores, especialmente cuando contaban sus experiencias personas y estudios de casos enigmáticos.
Cuando comencé con mi tesis de pregrado en el área de Sanidad Vegetal, trabajé con un tema súper innovador para la época, lo que incluso permitió abrir la línea de Fitopatología molecular en el laboratorio de Fitopatología Frutal de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile. Ese fue el inicio de un camino sin retorno como investigadora.
Las principales líneas de investigación a las que me dedico son la Fitopatología molecular asociada a diagnóstico temprano de enfermedades, sensibilidad a pesticidas y manejo integrado de enfermedades. En 2011, junto a un colega también agrónomo, Héctor García, fundamos Laboratorios Diagnofruit, con el propósito de acercar la ciencia y la investigación aplicada a la industria agrícola nacional, buscando unir ambos mundos que no siempre “conversan” de manera fluida.
He desarrollado mis tesis de pregrado y posgrado, además de importantes proyectos de investigación, en hongos fitopatógenos, siendo los más emblemáticos Botrytis cinerea y Monilinia fructicola, a los cuales tengo un especial cariño. Con el primer hongo obtuvimos los primeros resultados al analizar poblaciones nacionales a nivel molecular, pudiendo detectar frecuencia de transposones que definían diferentes “strains” dentro de la misma especie.
Además, detectamos en Chile la especie Botrytis pseudocinerea presente en uva junto a B. cinerea conviviendo en forma simpátrica, y reportamos la primera resistencia en Chile al fungicida fenhexamid y la resistencia multidroga del tipo MDR1. Con M. fructícola hicimos un trabajo colaborativo muy bonito, comparando nuestras poblacionales locales a nivel molecular con algunas poblaciones sudamericanas provenientes de Ecuador, Brasil, Uruguay, Argentina, además de poblaciones americanas y de otras partes del mundo.
El resultado indicó que el ingreso de las cepas que originaron la población chilena fundadora provenían directamente de poblaciones americanas presumiblemente en infecciones en frutos de carozo importados en contra estación. Además, pudimos caracterizar la sensibilidad a diferentes fungicidas utilizados en el control del hongo, estableciendo la línea base de estos productos, lo que es una gran herramienta para productores y agroquímicas en la toma de decisiones responsables para la generación de una agricultura más sustentable.
Para mí la investigación cobra total sentido cuando sale del laboratorio y resuelve, o al menos contribuye, a resolver alguna problemática, por lo que siempre busco ese norte en mis objetivos. Por otra parte, como los recursos para investigación son cada vez más escasos, no siempre es tan fácil llegar a sectores más vulnerables, como pequeños agricultores o agricultura familiar, pero sin duda es una arista que me motiva y que tengo al debe, a la cual espero poder contribuir hoy día desde la academia a través de los vínculos generados con este sector y alineados con los objetivos de Universidad de Las Américas.