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Naomi Soazo ha participado en tres juegos paralímpicos en Judo y en dos ocasiones consiguió medalla. Tiene retinitis pigmentaria, una patología degenerativa en los ojos que le impide ver correctamente y la pandemia la encontró en su último año en la carrera de Técnico de Nivel Superior en Actividad Física y Deporte.

“Durante estos meses me enfoqué en finalizar mi carrera, ya terminamos todas las materias y ahora solo me queda la defensa de título que la realizaré en septiembre. Espero poder cerrar de forma correcta este ciclo y por qué no continuar con la licenciatura”, comenzó explicando la deportista.

Además de sus estudios, Soazo ha tenido que preocuparse por sus entrenamientos, los cuales ha tenido que realizar al interior de su hogar debido a la imposibilidad de asistir al Club Deportivo Fujilolen donde se ejercita normalmente.

Lo más complejo de este periodo ha sido la simulación de combate, porque si bien uno puede realizar la preparación física, el contacto es lo único que te hace mejorar técnicamente y para eso necesitas a un compañero; el contacto que logras con él es el que te ayuda a pulir la ejecución de la técnica. Mi esposo es remero y aunque le gusta el judo, no es lo mismo. En este momento él me está motivando a mantenerme físicamente con un remoergometro que tenemos en la casa”, manifestó.

Con respecto a las competencias futuras, la deportista venezolana sostiene que el escenario es bastante incierto: “En el deporte paraolímpico para clasificar a Tokio, por ejemplo, debes estar dentro de las 9 primeras en el ranking mundial, yo estoy actualmente en el puesto 18 porque no alcancé a participar de todos los eventos clasificatorios, tanto por la emergencia sanitaria como por la falta de recursos. Ahora hay que esperar para ver cómo se reactivarán esos clasificatorios en tiempo récord, para ver si alcanzo a entrar (…) estoy deseándolo con mucha fe y esperanza que se pueda concretar. De ser así, espero dar lo mejor. Si no se puede, al menos lo intenté y seguiré soñando clasificar para la próxima”.

La estudiante aprovechó la oportunidad de agradecer la formación que ha tenido en nuestra universidad durante los últimos años. “La experiencia ha sido maravillosa, tanto los profesores como el área administrativa se han portado muy bien. Estoy muy agradecida con UDLA porque cuando llegué a Chile en 2017, de inmediato me abrieron las puertas para comenzar mis estudios e incluso para representar a la Universidad en distintos eventos. Ha sido un honor ser alumna de UDLA. Espero graduarme y seguir estudiando acá”, cerró.