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Preocupados por el confinamiento extendido que han tenido que tener por el COVID-19, el Instituto del Deporte reunió a la comunidad en torno al seminario “Entrenamiento de la fuerza en personas mayores”, con la finalidad de promover la implementación de programas de entrenamiento físico como herramienta fundamental en la prevención de la fragilidad y la discapacidad en adultos con avanzada edad.

El expositor a cargo de la jornada fue Emilio Jofré, profesor de Educación Física, licenciado en Educación de Universidad de Las Américas, Magíster en Medicina y Ciencias del Deporte de la Universidad Mayor, Magister en Actividad Física y Salud de la Universidad Europea del Atlántico, España y especialista en el entrenamiento de personas mayores llamado Vivifrail.

Si bien el país tiene políticas públicas y existen programas de actividad física que son muy buenos, eso no nos alcanza, porque no tienen una programación y cuando eso no existe, no se puede hablar de un entrenamiento. Lo que hay que buscar es programar las sesiones de instrucción para la mejora de la reserva funcional”, comenzó explicando Jofré.

El profesional agregó que hoy en nuestro país hay “muchas personas mayores que no tienen niveles de fuerzas y ante eso, hay que practicar ejercicios moderados; no hay que volverse loco entrenando, entrenar no es sinónimo de hacer un ejercicio para cansarme (…) Hay que recordar que Chile tiene una alta cantidad de adultos mayores, que de acá a cinco años más, lo más probable es que sea el público que vamos a recibir en los gimnasios. Tendremos mucha gente envejecida y debemos saber cómo entrenarla. No tenemos que esperar a que la gente se discapacite para hacer una intervención. Lo ideal sería comenzar a entrenarla desde que son niños, porque ahí comienza la cuenta de ahorro”.

En ese escenario, romper con el sedentarismo en fundamental. “La Encuesta Nacional de Salud del 2017 mostró que en el periodo de edad de 30 a 49 años un 86% de la población era sedentaria. La pérdida de masa muscular comienza a perderse a medida gradual después de los 30 años y se acelera después de los 60 (…) Los licenciados en actividad física tenemos mucho que hacer en la creación de programas que ayuden a poder mantener la capacidad funcional que se va perdiendo a medida que las personas van envejeciendo de manera inactiva”, manifestó.

Jofré siguió su charla afirmando que el “envejecimiento se debe mirar en términos de función muscular y no de enfermedad. El objetivo es prestar atención a prevenir la discapacidad física. Cuando interactuamos con un grupo de adultos mayores, siempre vamos a encontrar a personas que tienen enfermedades, pero estas, no pueden ser un factor para quedarse afuera de un programa de entrenamiento. Las enfermedades son inherentes y lo que va a determinar si eres discapacitado o no es la función muscular”.