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  La Escuela de Trabajo Social invitó a toda la comunidad estudiantil de nuestra universidad a participar del seminario: “Derechos Humanos de los migrantes en tiempos de pandemia. Reflexiones para la intervención en lo social”, el cual convocó a expertos del área en torno a la entrega de herramientas de análisis desde un enfoque académico y desde la mirada activa de organizaciones de la sociedad civil que trabajan con comunidades migrantes en el país.

La actividad, que contó con el saludo inicial del Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Osvaldo Artaza, comenzó con la exposición de Francisco Bazo, sociólogo de la Universidad Nacional Mayor de Marcos, Perú; fundador y presidente hasta 2005 de la organización Peruanos Residentes en Santiago, y miembro y vocero del Movimiento Acción Migrante MAM.

“Los migrantes son personas sujetas a derecho más allá de cualquier consideración; haber pasado una frontera no le quita la condición de ser humano. Hay una gran cantidad de población en los últimos años que ingresó de manera irregular, pero estoy seguro que no lo hizo porque quería, sino porque no le quedaba otra alternativa. Cuando un venezolano llega a la frontera de Perú con Chile y no puede ingresar después de nueve días en bus, ¿qué hace esa persona?, opta por los pasos no habilitados porque tiene que sobrevivir”, apuntó Bazo.

Con respecto a las regulaciones migratorias, el sociólogo dijo que “nosotros exigimos que se respeten los derechos que no se han respetado anteriormente. Además, el proyecto debe facilitar la relación de los migrantes en la sociedad respetando las particularidades de ambos; debe ser tratado como algo de comunidad. Los migrantes no son una carga para el Estado, son un aporte en lo social, lo cultural y lo económico”.

El conversatorio también contó con la voz de María Emilia Tijoux, socióloga y Doctora en Sociología de la University Paris 8, y coordinadora de la cátedra Racismos y Migraciones Contemporáneas de la Universidad de Chile.

“Racismo y migración no deberían por qué estar vinculadas, son dos cosas totalmente distintas. Las migraciones son un fenómeno social y que son producto de los hilos que mueve el capitalismo que usa el cuerpo de las personas dependiendo de lo que necesita (…) El racismo es un problema muy grave, pero por, sobre todo, es un sistema gigante de poder que está basado en una ideología que contiene muchos otros elementos como los fascismos. El racismo es una forma de ser, de pensar, de tratar, de entender. El racismo existe con ese nombre desde el momento en que la empresa colonial y el esclavismo fue una empresa económica de ganancia”, manifestó Tijoux.

La socióloga aprovechó la oportunidad para realizar un llamado a la comunidad: “De Haití no sabemos mucho y se dice de casi todo. Por lo tanto, tendríamos que ponernos a estudiar y conocer sobre la lingüística, la cultura, poesía, el arte, la filosofía y a partir de ahí, alejarnos un poco de las acusaciones y prejuicios que se tejen sobre una de las comunidades que forman parte de las siete que hoy se entienden en Chile como migraciones”.

Para cerrar, tomó la palabra Jean Claude Pierre-Paul, trabajador social egresado de UDLA, mediador intercultural y miembro del Espacio de Reflexión Haití-Chile quien manifestó que “es necesario, a partir de la multiculturalidad, un espacio de diálogo e interacción entre las culturas que existen en la sociedad chilena. Es un proceso de desarrollo humano desde el entendimiento de cada pueblo frente a sus propias culturas”.

El profesional también hizo una autocrítica a cómo el país ha manejado la interculturalidad de forma histórica: “Es importante entender la interculturalidad como parte de integración de las culturas dentro del país. Una de las falencias que tiene Chile en esta área es el desconocimiento a los pueblos originarios; no hay integración lingüística dentro de la sociedad. El Estado no ha tomado esa riqueza cultural que tiene Chile para poder generar una base social más equitativa”.