Estas en: Facultad de Derecho Héctor Lillo, abogado y egresado destacado de la Facultad de Derecho: “Las personas con discapacidad no buscamos privilegios, solo queremos igualdad de oportunidades”
Publicado el 30 de octubre de 2025
A veces, los caminos hacia el título universitario no son rectos ni inmediatos. Algunos se trazan con pausas, con obstáculos y con decisiones valientes tomadas más allá del tiempo que marca el calendario académico.
Tal es el caso de Héctor Lillo, quien, a sus 60 años, y siendo una persona no vidente, se graduó recientemente como abogado en nuestra Facultad de Derecho.
Su historia es la de alguien que nunca dejó de creer en el valor transformador del conocimiento. Pero también es la historia de una institución que apuesta por la inclusión, el acceso y la igualdad de oportunidades para todos sus estudiantes. En esta conversación, comparte su experiencia universitaria, los desafíos que enfrentó y su visión del Derecho como herramienta de justicia y de ayuda al prójimo.
¿Qué lo motivó a comenzar (o retomar) la carrera de Derecho en esta etapa de su vida?
Lo que me motivó fue que me encontraba en una situación de precariedad emocional, financiera y personal. Sentía que debía recomenzar mi vida desde cero y tenía la fuerza y la resiliencia para hacerlo.
Antes me había desempeñado como párroco y diácono en una iglesia anglicana, pero atravesé pérdidas importantes de índole familiar y privada. En ese contexto decidí iniciar un nuevo camino. En un principio pensé estudiar Traducción e Interpretación en Inglés y Español, pero finalmente sentí que Dios puso la carrera de Derecho en mi camino, y así fue como comencé.
Las principales dificultades fueron los extensos textos de lectura y el lenguaje jurídico, que al principio me resultaban complejos. Sin embargo, pude superarlo con disciplina, estudio en equipo, grabaciones de textos realizadas por el Centro de Grabación para Ciegos de Viña del Mar y, sobre todo, con mucha organización.
¿Cómo fue su experiencia como estudiante en la facultad siendo una persona no vidente?
Mi experiencia fue muy positiva. La facultad siempre estuvo abierta a colaborar conmigo en todo lo necesario. Cuando debía rendir evaluaciones orales o escritas, la coordinación me facilitaba apoyo: alguien me leía el examen en una sala distinta. En la biblioteca también me otorgaban plazos más extensos para devolver los libros, ya que debía enviarlos al centro de grabación para que fueran transcritos a formato de audio. Siempre sentí disposición, empatía y compromiso de parte de la institución y del cuerpo docente.
¿Qué significó para usted graduarse como abogado en esta etapa de su vida?
Ser abogado es un gran privilegio y un honor. Me permite cumplir con mi propósito más profundo: ayudar a mi prójimo, especialmente a quienes enfrentan conflictos de relevancia jurídica. Me llena de satisfacción saber que puedo contribuir al bienestar de otros y aportar, desde mi profesión, a la sociedad.
¿En qué área del Derecho se desempeña actualmente?
Actualmente trabajo como abogado litigante, principalmente en las áreas de Derecho Civil y de Familia, aunque también he tenido participación en causas penales. He comparecido ante tribunales en diversas ocasiones, defendiendo tanto a víctimas como a imputados. En algunos casos, hemos obtenido condenas favorables; en otros, hemos logrado acreditar la inocencia de personas injustamente acusadas. Recientemente, participé en un juicio en el que mi cliente, la víctima, obtuvo una resolución favorable. Estos resultados me reafirman en mi vocación y compromiso con la justicia.
¿Cuál ha sido una de sus experiencias laborales más gratificantes?
Recuerdo un caso de una mujer imputada por delitos cometidos en la vía pública. Estaba muy angustiada, pues la fiscalía pedía una pena desproporcionada. Al asumir su defensa, logramos demostrar que actuó en legítima defensa y fue absuelta. Ella me dijo que se sentía liberada, como si se quitara una pesada carga de encima. Ese tipo de momentos son los más gratificantes: cuando, desde lo jurídico, uno puede ayudar a que una persona recupere su tranquilidad y sus derechos.
¿Qué desafíos enfrenta en su ejercicio profesional como abogado no vidente? ¿Qué herramientas utiliza para desempeñarse?
El principal desafío es acceder a la información escrita en igualdad de condiciones. Para eso utilizo programas de lectura de pantalla, software accesible, y también apoyo humano en algunas tareas. La tecnología ha sido fundamental para ejercer mi profesión de manera autónoma. Gracias a ella, puedo leer expedientes, redactar escritos y participar activamente en audiencias.
¿Cómo cree que su experiencia de vida enriquece su labor como abogado?
Creo que mi historia personal me permite tener una mirada más empática y humana del Derecho. He aprendido a escuchar, a comprender las dificultades del otro y a valorar la dignidad de cada persona. Eso me ayuda a ejercer con sensibilidad y compromiso social.
¿Qué mensaje le daría a la facultad en términos de inclusión y accesibilidad?
Creo que lo importante es no tener miedo a la discapacidad. Cuando hay voluntad, ánimo y mérito, todo es posible. Las personas con discapacidad no buscamos privilegios ni cupos especiales: solo queremos igualdad de oportunidades. Si alguien no puede usar las manos, que tenga acceso a comandos por voz o apoyos humanos; si, como en mi caso, no puede ver, que existan grabaciones, software adecuados y personas dispuestas a colaborar. No pedimos nada regalado, solo que el camino se allane lo suficiente para avanzar como todos los demás. Agradezco profundamente a la Universidad por haberme dado la oportunidad de estudiar y por su apertura hacia la inclusión.
¿Qué aprendió de este camino que le gustaría compartir con los demás?
Aprendí que la edad no es un límite. Si alguien tiene el deseo de estudiar, debe hacerlo sin importar cuántos años tenga. La edad es solo un número; lo importante son las ganas, la energía y la determinación. A mis 60 años me siento más joven, vital y lleno de entusiasmo que nunca. El pasado ya quedó atrás, el futuro es incierto, y lo único que tenemos es el presente. Por eso hay que aprovecharlo. El conocimiento siempre nos enriquece.
¿Qué mensaje le gustaría dejar a sus compañeros egresados y a la comunidad universitaria?
Les diría lo mismo que un amigo me repetía durante la carrera: “Vamos, que se puede.” He llegado hasta aquí acompañado por muchas personas: compañeros, docentes y amigos que creyeron en mí. Nadie avanza solo; somos parte de una comunidad y de una sociedad que debe sostenerse en la solidaridad y la cooperación. Si alguno se siente un poco más atrás, que mire hacia adelante: juntos, avanzando en equipo, llegaremos más lejos.