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Belén Gallardo, investigadora del Núcleo Lenguaje y Creación fue parte del taller “Un acercamiento a los ecosistemas y la flora mediterránea”, realizado en el Centro Patrimonial Recoleta Dominica, el cual permitió acercar la flora y fauna nativa a los asistentes. En esta instancia, también participaron; Josefina Hepp, agrónoma y directora ejecutiva de Fundación Chilco; y Paloma Espinoza, de perfumería botánica.

Gallardo, Hepp y Espinoza expusieron sobre los bosques mediterráneos en el territorio nacional, la botánica de las plantas y los aromas del bosque mediterráneos, respectivamente.

La investigadora UDLA compartió sus sensaciones respecto a la realización del taller, “fue maravilloso. Ver cómo las personas empiezan a conectar con una simple hoja de boldo, que muchos solo conocen como algo que se pone en el agua, y luego comprenden toda su dimensión; la quebrada, su historia, su ecosistema, eso es lo que me emociona. Y poder compartir esa emoción con otros, fue realmente significativo”.

El estudio presentado por Gallardo abordó la integración de áreas de conservación biológica dentro del entorno urbano, con el objetivo de que estas zonas no permanezcan aisladas, sino que se conecten como parte de una «matriz ecológica» continua en la ciudad.

“Soy ecóloga de bosques, pero actualmente estoy abriendo líneas de investigación en ecología urbana. Más que ver la ciudad y la naturaleza como opuestos, creo que forman parte de un gradiente continua. No hay una división tajante entre lo urbano y lo natural. Durante los últimos 10 años, mi trabajo se ha centrado en estudiar las relaciones ecológicas, especialmente en los bosques mediterráneos. Aunque en la ciudad predominan especies exóticas, como palmeras europeas o pinos canadienses, aún existen ecosistemas nativos, como el bosque esclerófilo del Cerro San Cristóbal, con especies endémicas que solo crecen en esta zona del mundo», explicó Gallardo.

Luego de la presentación de Gallardo, el taller propuso una experiencia sensorial centrada en los aromas, con el objetivo de activar no solo la memoria personal, sino también una memoria ecológica. Se buscó reflexionar sobre la pérdida de ecosistemas y cómo esta desaparición implica la pérdida de memorias a una escala geológica. Fue una experiencia en la que se entrelazaron múltiples capas de sentido.

“Fue una instancia abierta de vinculación con el medio, donde se entrelazaron tres investigaciones. El bosque mediterráneo, presente en la zona centro-sur de Chile, es uno de los ecosistemas más amenazados del planeta, y solo un 1% de su superficie está resguardado en áreas protegidas como parques nacionales o reservas. Por eso, es fundamental que las personas no solo conozcan esta realidad en términos teóricos, sino que también tengan la oportunidad de experimentarla directamente, reconociendo que estos ecosistemas están presentes en los cerros que nos rodean”, enfatizó la investigadora