Adscrita a Gratuidad

Dentro del programa “Circuito Corto”, transmitido por la señal abierta de UChile TV, se emitió en su capítulo 14 el documental “El hábito de habitar”, dirigido, fotografiado y montado en Brasil por el académico de la Escuela de Animación UDLA, Nicolás Pérez.

La pieza audiovisual narra la vida de Ale, Santi y su hijo Joel, una familia boliviana que reside en Brasil desde hace años. Su cotidianidad, marcada por creencias y tradiciones, se ve atravesada por recuerdos insistentes del territorio que dejaron atrás. Movidos por esas imágenes del pasado, un día deciden explorarlas juntos y traerlas al presente.

La obra fue reconocida en dos festivales internacionales. En 2022, recibió el premio a Mejor Película Documental Regional en el Festival Internacional de Curitiba Olhar de Cinema, en Brasil, otorgado por la Asociación de Video y Cine de Paraná. Ese mismo año, fue galardonada como Mejor Película en el Festival Kinoarte de Cinema de Londrina.

“Valoro profundamente que haya sido considerada para exhibirse en la televisión pública y abierta de Chile, especialmente sabiendo que el foco del programa son obras chilenas y esta fue realizada en Brasil. Cuando una obra sale al mundo, deja de pertenecerte. Eso es, lo más potente y bello de hacer cine», celebró el académico.

El documental se origina en un vínculo afectivo con un territorio compartido. Años antes de su realización, el director registró en imágenes una ex residencia estudiantil abandonada donde vivieron Ale y Santi. Ese archivo visual se volvió clave para el proyecto. Fue en ese contexto social y político complejo en Brasil donde se conocieron.

La relación se fortaleció por la experiencia común de la migración, ellos desde Bolivia, el director desde Chile. La amistad forjada en la convivencia diaria fue la base del documental. La obra se construyó desde una mirada horizontal y colectiva.

“En la preproducción sólo teníamos clara la memoria como eje, pero durante el rodaje aparecieron otras capas como la migración, el desarraigo y la identidad. Trabajamos con un equipo mínimo en un entorno rural y cada uno asumió varias funciones, lo que hizo el proceso tan hermoso como complejo”, explicó Pérez.

Además, agregó que “en ese camino aprendí a soltar, a abandonar la figura del director wagneriano y las jerarquías verticales del cine tradicional. Descubrimos que la amistad, nutrida por nuestras heridas migratorias, la comida, las creencias y la risa, podían suturar lo que la escritora dominicana, Sorayda Peguero, llama la herida de migrar y convertirse en la fuerza que sostiene la creación”.