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La artista visual y académica de la Escuela de Arquitectura UDLA Constanza Hermosilla inauguró la obra “Baño público” en la Galería Gabriel Mistral. La muestra, que estará expuesta hasta el 27 de junio, propone una ficción arquitectónica que busca plantear interrogantes sobre la experiencia de los cuerpos femeninos que ha sido invisible a lo largo de la historia de las ciudades.

“Baño público” es una propuesta experimental e interdisciplinar que especula sobre materiales y modos de construcción que desafían el androcentrismo que permea la arquitectura y el urbanismo tradicionales. Se erige como una ficción; una utopía practicable que replantea la manera en que concebimos los espacios públicos y privados desde una perspectiva feminista y decolonial.

“La propuesta propone la creación de espacios que atienden a los fluidos corporales y a los procesos biológicos que han sido históricamente invisibilizados o relegados al ámbito privado, como la menstruación, la lactancia, el parto y la menopausia. El proyecto propone una visión de ciudad donde estos procesos no solo son visibilizados, sino que se les otorga un espacio físico y simbólico en el tejido urbano”, explicó Hermosilla.

La exposición se articula en torno a dos espacios principales; amamantadero y menstruadero. El primero, ubicado frente a la galería con vista a la Alameda, se convierte en un gesto político que visibiliza el acto de amamantar en el espacio público, reivindicando la presencia de cuerpos lactantes en la ciudad.

Por otro lado, el menstruadero es un espacio circular de contención, “donde hasta doce personas menstruantes pueden compartir colectivamente este proceso, librándose de la reclusión y la intimidad del hogar. Los asientos calefaccionados y la forma curva y semi cerrada de la instalación buscan aliviar los malestares menstruales, creando una atmósfera de cuidado, contención y comunidad”, detalló la académica.

En ese sentido, la artista propone a través de esta instalación un espacio de reflexión relacionado entre el cuerpo y la ciudad. Un enfoque feminista del urbanismo capitalino.

“Convivo con la endometriosis y dolores menstruales intensos, lo que me llevó a imaginar cuántas personas atraviesan el dolor en soledad. Me pregunté qué pasaría si existiera un espacio pensado para acompañarnos en esos momentos. Desde ahí, también surgió el deseo de resignificar la tradición de los saunas santiaguinos”, resaltó Hermosilla.

Para esta obra se construyeron 550 “ladrillos cucharita” con una prensa hidráulica de 6 toneladas, utilizando una tonelada de tierra, cemento, cal y arena. Además, se diseñaron 1300 baldosas con patrones orgánicos.

“El uso de materia prima cruda y artesanal refuerza la conexión íntima entre cuerpo y espacio, y recuerda que toda ciudad está construida por materiales primarios con los que se puede trabajar para hablar desde otro lado, en este caso, desde el arte”, destacó la artista.