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La iniciativa, liderada por el académico investigador, Álvaro Huerta, evalúa la autonomía funcional de los mayores de 60 años en el país, a fin de desarrollar una escala nacional que promueva un envejecimiento activo, saludable y digno de los chilenos.

Un innovador estudio, encabezado por la Universidad de Las Américas, se encuentra evaluando desde hace dos años la autonomía funcional de personas mayores en diversas regiones de Chile, con el objetivo de acumular información y contribuir a la prevención de la salud en los mayores de 60 años, favoreciendo su autovalencia y autonomía.

Esto, explicaron, se logrará mediante la creación de una escala cualitativa nacional basada en el protocolo GDLAM (Grupo Latinoamericano de Desarrollo para la Madurez), que mide la funcionalidad en actividades cotidianas de ese segmento etario de la población.

El proyecto es liderado por Álvaro Huerta, académico de UDLA, Doctor en Actividad Física y Salud de la Universidad de Granada (España) y Director del ISAFYD (Núcleo de Investigación en Salud, Actividad Física y Deportes), quien explicó que este estudio ya se aplica en las regiones de Valparaíso, Metropolitana, O’Higgins y Maule.

En conversación con EmolTV, el especialista añadió que han participado en el proyecto adultos mayores gracias a la colaboración con unidades vecinales, clubes deportivos y Centros de Salud Familiar.

Durante las evaluaciones, agregó el experto, los participantes atraviesan tres etapas: exámenes electrocardiográficos y antropométricos, una familiarización con el protocolo GDLAM y la medición de su autonomía funcional mediante cinco pruebas específicas, como ponerse y quitarse una camiseta, ponerse de pie desde la posición sentado, levantarse desde la posición prono (tendido boca abajo con la cabeza de lado), además de otras, como caminar, sentarse y desplazarse por el hogar.

 “Estas cinco pruebas, que representan las actividades de la vida diaria, se incorporan dentro de una fórmula que finalmente nos entrega el Índice General de Autonomía”, explicó el experto.

Agregó que el objetivo final es generar a lo largo del tiempo una gran cantidad de datos que permitan finalmente dar forma a una escala cualitativa nacional y representativa con puntos de corte a fin de “evaluar y cuantificar la autonomía funcional que tienen las personas mayores que viven en las comunidades” y actuar anticipadamente para reducir sus dependencias.

 

Resultados preliminares

Aun cuando falta para alcanzar estas metas, Huerta añadió que los años de aplicación del proyecto han permitido generar información científica relevante que ya ha sido recogida por publicaciones de importancia.

“Uno de los primeros estudios a los que le tengo mucho cariño, habla de las asimetrías musculares de las personas mayores, tanto de las extremidades superiores como inferiores, y cómo esas asimetrías musculares pueden incidir en los niveles de autonomía funcional (…) Nos dimos cuenta de que cuando las personas mayores tenían un nivel de asimetría más allá del 10%, tenían menor nivel de autonomía funcional y eso luego puede incidir en fragilidad, que es el paso previo a la dependencia. Lo que no queremos es que las personas mayores sean dependientes”.

Añadió que las investigaciones también han dado cuenta de lo que se ha denominado la paradoja del envejecimiento. “Es decir, nos hemos encontrado que cada vez nuestra población está siendo más longeva, cada vez tenemos una mayor esperanza de vida, pero hay una menor calidad de vida en esos años que se están viviendo, más marcado aún en la población femenina. Por eso es que nuestro foco, casi el 90% de la investigación, va más hacia las mujeres que los hombres”, dijo el especialista.

Otro punto que se ha podido determinar con esta investigación es la importancia de cuidar la masa muscular en las personas mayores de 60 años, ya que “nos hemos dado cuenta de que las personas que tienen más masa muscular y, por defecto, tienen mayor fuerza y mayor índice de calidad muscular, presentan mayores niveles de autonomía funcional”, explicó Álvaro Huerta.

El proyecto, liderado por el académico de UDLA, cuenta con la colaboración de universidades como la Universidad de Playa Ancha y la Universidad de Santiago de Chile. Además, un equipo multidisciplinario de profesionales, que incluye geriatras, kinesiólogos, nutricionistas y estudiantes, trabaja para generar evidencia científica que impulse un envejecimiento activo, saludable y digno.