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Como parte del ciclo 8M organizado por UDLA se llevó a cabo el conversatorio “Las mujeres en la autogestión de las viviendas sociales” el cual contó con la participación de Jacquelin Cozza, Noelia Ojeda, Katherine Díaz y Alejandra Zúñiga, dirigentas de distinto comités del Movimiento Pobladores en Lucha.

En esta ocasión, moderada por la académica de la Escuela de Construcción UDLA, Francisca Cancino, se discutió sobre el proceso de obtención de una vivienda y su perseverancia por ser reconocidas como sujetas políticas.

El Movimiento Pobladores en Lucha tiene alrededor de 20 años de existencia y siempre estuvo liderado por hombres, pero hace algunos años este grupo de mujeres decidió emprender su propio camino como dirigentes de distintos comités de vivienda en la comuna de Peñalolén.

Noelia Ojeda, dirigente del comité de vivienda “Unión Sullay”, que en aimara significa “esperanza”, explicó los motivos que la llevaron a formar este comité en 2018: “Lo formé porque tenía la necesidad de una casa propia. Tengo dos hijas y quiero que ellas puedan vivir con dignidad, que tengan un patio donde jugar, que tengan su espacio y no estén como yo arrendando o viviendo de allegadas”.

Hoy los proyectos de viviendas sociales tienen un límite de 54 metros cuadrados y centrados en departamentos, espacio insuficiente para el desarrollo personal y familiar. Katherine Díaz, dirigenta del Comité Rucalhu, resaltó que “nosotros gestionamos departamentos de casi 62 a 65 metros cuadrados. Lo esencial que tenga un espacio digno para poder desarrollarse como familia. Donde los niños y el matrimonio tengas un espacio adecuado para el desarrollo”.

En esa misma línea, Alejandra Zúñiga, recalcó que “la vivienda digna tiene que ser un espacio para desarrollarnos como personas. La vivienda digna no es solo paredes, un techo o el piso, la vivienda digna debe incluir acceso a educación, salud y espacios sanos dentro de nuestras comunidades”.

Otro de los temas que se analizó fue la falta de recursos para contratar profesionales especializados en estudios en los terrenos, lo cual ha llevado a que sean los mismos vecinos quienes realicen este trabajo.

“Para hacer un estudio de suelo necesitamos calicatas, y generalmente uno contrata a una empresa con la maquinaria adecuada para eso. Al no tener recursos para contratar a una empresa, ocupamos nuestras manos. Tomamos nuestras herramientas y somos nosotras mismas las que hacemos eso, ahorrándonos ese dinero”, comentó Zúñiga.

El trabajo realizado por las dirigentas muchas veces se ve menoscabado por la estructura social de nuestro país, por lo que constantemente tienen que estar demostrando sus capacidades a sus pares como a las autoridades.

Es así como lo planteó, Jacquelin Cozza: “Nosotras como mujeres no estamos para labores domésticas o de cuidado, estamos demostrando que somos capaces y que estamos a la par. Cuando terminas de estudiar y tienes que entrar al campo laboral, te da miedo, porque piensas que no te van a contratar por la falta de experiencia. Con nosotras pasa lo mismo, tenemos el miedo de que no nos tomaran en cuenta porque nos compararan con la experiencia de compañeros que llevan años en esto”.