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El espacio exterior ya no es un escenario exclusivamente reservado para las grandes potencias inmersas en la carrera espacial. Según datos de Space Foundation, en febrero de 2021 existían 85 países operando en el espacio exterior. Además, en los últimos años se han sumado además empresas privadas –como SpaceX, Blue Origin y Virgin Galactic– que no están sometidas al Derecho Internacional.

Como consecuencia, se ha incrementado la cantidad de artefactos activos en el espacio. Esto, por supuesto, tiene un efecto positivo para diversos ámbitos del quehacer humano, pero también una consecuencia negativa: la “basura espacial”. En otras palabras, una amplia capa de desperdicios en la órbita terrestre. O, según la definición de la ESA, “objetos artificiales no funcionales, incluyendo fragmentos y elementos de estos, en la órbita terrestre o en la reentrada a la atmósfera”.

Las aristas de este problema –al que habría que sumar la falta de control ante las megaconstelaciones de objetos que genera el sector privado– son abordadas en detalle por “La basura espacial como amenaza y la securitización del espacio exterior”, investigación de Hugo Harvey, académico investigador de la Facultad de Comunicaciones y Artes de Universidad de Las Américas, y Fabián Gallardo, analista en Políticas y Asuntos Internacionales, Universidad de Santiago de Chile, que busca concientizar sobre las reales dimensiones del problema de la basura espacial y la necesidad de robustecer la regulación existente, en beneficio de la protección de las redes satelitales y de la sociedad contemporánea.

Una expansión del marco analítico

La investigación de Harvey y Gallardo, se basa en aplicar la “teoría de la securitización” para proponer soluciones. ¿Qué es esto? “Tras el fin de la Guerra Fría, el paradigma tradicional del conflicto interestatal comenzó a ser cuestionado y debatido. El desarrollo de la sociedad contemporánea exigía, ya no solo un cuerpo disciplinario exclusivo, para disputas bélicas entre Estados, por lo que algunos investigadores comenzaron a buscar una expansión del marco analítico de los estudios de seguridad, hacia fuentes menos exploradas de conflictos, como el ámbito medioambiental, económico, social, entre otros”, explica Hugo Harvey.

Esta ampliación de fronteras analíticas, generó un debate entre ‘expansionistas’, que asumían la obsolescencia de las teorías existentes y ‘tradicionalistas’ que veían en la expansión una posible difuminación del significado concreto de seguridad. Frente a tal dilema, surge la teoría de securitización, como un marco analítico amplio y abarcador, que comprenda las dos vertientes en contraposición, es decir, asumiendo que las amenazas a la seguridad provienen de diversas fuentes, sin perder coherencia intelectual en la lógica de seguridad”, añade Harvey.

“En definitiva, se trata de ampliar la mirada y darle urgencia al problema para concientizar a la población. Este posicionamiento, permitiría su análisis en foros multilaterales, como una amenaza a la seguridad, luego de lo cual, recién estaría el camino allanado para proponer medidas extraordinarias”, agrega Harvey. “En última instancia, es menester plantear la inevitable necesidad de generar una política global, que involucre tanto a Estados como a empresas privadas y organizaciones científicas, para colaborar eficazmente en la planificación y ejecución de medidas técnicas de mitigación de los efectos de la basura espacial”.