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Con emoción y orgullo, Maite Pino , egresada de la carrera de Pedagogía en Educación Física de Sede Viña del Mar en el 2015, narra su historia de vida desde la niñez hasta la actualidad, años que han estado marcados por el esfuerzo, la superación, pero también por su pasión por el deporte, la inclusión y el progreso de los territorios.

Y precisamente esto último es lo que la llevó a orientar su labor docente al desarrollo de proyectos comunitarios, con especial foco en grupos vulnerables y en personas en situación de discapacidad, adjudicándose recientemente recursos de los Fondos de Centros de Prevención de Alcoholismo y Salud Mental 2022 del Servicio de Salud Valparaíso- San Antonio, con los que está liderando un innovador proyecto para promover la actividad física en usuarios diagnosticados con esquizofrenia de Valparaíso a través del contacto con la naturaleza y el urbanismo, Ruta Renacer Valparaíso, iniciativa que comparte con sus labores en el Centro de Salud Mental Nuevo Renacer y la Corporación de Rehabilitación Dr. Bresky de Valparaíso, como coordinadora de la CicloRecreoVía de la Municipalidad de Viña del Mar y como instructora en el Club de Tenis de Mesa Caleta Huracán que formó en Concón.

¿Por qué estudiante Pedagogía en Educación Física?

Principalmente por mi historia de vida, donde la actividad física, el deporte y las comunidades me sirvieron para salir de la línea de la pobreza y de ambientes donde las personas y los niños están vulnerables. Vivía en Concón, soy hija de pescador artesanal, la cuarta de ocho hermanos. De niña practiqué cross country y en la adolescencia comencé con tenis de mesa, donde me fui puliendo y destacando como deportista y esa experiencia positiva género en mí las ganas de transmitirlo a otros niños y allí surgió la idea de estudiar pedagogía. Entré a UDLA y tenían la selección de tenis de mesa; me ofrecen una beca que me ayudó mucho para terminar mis estudios, pues ingresé a la Universidad embarazada. Trabajaba, estudiaba y tuve que criar a mi hija.

¿Qué destacas de tus años de formación en UDLA?

El apoyo de mis profesores y cómo potenciaron mis habilidades, me emociona porque fue bien bonito. Siempre tuve la opción de decir que me costaba, que trabajaba, que tenía una hija, pero nunca fue motivo para no cumplir con mis intereses académicos. Los profesores siempre estuvieron bien atentos, visualizaron mis talentos y mi dominio en la generación de propuestas innovadoras, como cuando elaboré la tesis de pregrado para promover la actividad física en niños vulnerables de Concón en contacto con la naturaleza. Los profesores creyeron en mí, me fueron exigiendo y eso me dio muchas oportunidades para lo que quería desarrollar. Todas las dificultades que tuvo mi niñez logré entenderlas en la Universidad, que me dio herramientas que pude tomar y compartirlas con las comunidades. También con orgullo puedo decir que soy la primera de mi generación y la primera mujer en la familia en ir a la universidad.

¿Cómo surge el proyecto Ruta Renacer Valparaíso?

Estudiando un magister en Actividad Física para la Salud en la Universidad Católica de Valparaíso, me gané una beca para terminar mi tesis, la que fue considerada innovadora al ser una propuesta de promoción de la actividad física e inclusión para pacientes psiquiátricos a través de caminatas y paseos por su ciudad. Esta tesis luego la postulé a los Fondos de Centros de Prevención de Alcoholismo y Salud Mental del Servicio de Salud, para ponerla en práctica con usuarios del Centro de Salud Mental Nuevo Renacer y la Corporación Bresky. El primero es un centro de reinserción social para usuarios con dificultades como alcoholismo, droga y salud mental, trabajo con pacientes del Hospital Salvador de Playa Ancha que son derivados para recibir rehabilitación. En la corporación Bresky trabajo con jóvenes, adultos y adultos mayores con esquizofrenia.

¿De qué se trata?

Este es un programa novedoso porque relaciona la educación fisca con salud mental y hay poca evidencia de ello, por lo que permite innovar. El proyecto buscar el bienestar de los usuarios y mejorar su calidad de vida a través de la actividad física, caminatas y trekking por la ciudad, recorridos históricos, visitas a museos, clases de yoga en plazas de Valparaíso. Tiene que ver con la resociabilización en espacios que han sido excluidos como ciudadanos con esquizofrenia, reivindicando sus derechos, incluyéndolos en espacios de Valparaíso y la naturaleza a través del deporte. Son cerca de 20 personas más sus familias, por lo que esta iniciativa interviene a una comunidad en salud mental. El proyecto dura tres meses, es ejecutado por un equipo multidisciplinario, terapeuta ocupacional, psicólogo, trabajadora social y salimos todos a las actividades, que son una vez por semana, con un programa con actividades por el día. A los usuarios se les entregó una polera y se les costea la locomoción, un desayuno saludable y colación.

¿Cómo ha sido la experiencia de ejecutar el proyecto?

Esta experiencia me ha permitido aplicar todo lo que he estudiado y al mismo tiempo cumple con mi necesidad de salir del espacio de aula estructurada. Ha sido muy bonito pues se ha demostrado que un usuario con esquizofrenia puede desarrollar actividad física en la ciudad, disfrutar, ir a un parque, hacer un circuito de trekking, ir a una biblioteca, hacer yoga, sociabilizar con más personas. Para mi ha sido una maravilla, pues para eso estudié y me siento muy agradecida de este espacio donde me siento cómoda y me encanta lo que estoy haciendo.

¿Qué labores realizas en el Club de Tenis de Mesa Caleta Huracán de Concón?

Este club se forma en pandemia, gracias a que mi abuela me comenta que la junta de vecinos disponía de mesas y me pide si podía hacer algo con los chicos del barrio. La directiva me dio todo su apoyo. Invité a jugar a unos niños y fueron llegando más muy motivados, niños, jóvenes, adultos y personas mayores. Hoy somos cerca de 50. Son jugadores paralímpicos, en situación de discapacidad física e intelectual. El lema del club es Aquí Jugamos Todos, tenis de mesa inclusivo. Ahora tenemos horarios, entrenamos dos veces a la semana y competimos en distintas ligas, como Concón- Quintero- Puchuncaví. Nos ha ido súper bien y yo volví a jugar por el Club, lo que para mí es un aporte personal para la población a la que pertenezco y donde crecí, para los niños que viven en el barrio. Este es mi sello como profesora, generar comunidades que se autogestionan y se ayudan. Ese es un sello UDLA, unir, formar comunidades. Eso se lo debo a la Universidad.