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Como evento cúlmine de las actividades del mes de abril, la Facultad de Medicina Veterinaria y Agronomía de Universidad de Las Américas realizó la charla “La dimensión etológica y emocional del perro agresivo”, evento online destinado a comprender y analizar los diversos factores que pueden influir para que este tipo de mascotas manifieste conductas violentas.

La encargada de liderar la jornada fue Soledad Torres, médico veterinaria de la Universidad Austral, quién posee maestrías en Etología Clínica de la Universidad Autónoma de Barcelona (España) y en Psicofarmacología de la Universidad de Valencia (España). Además, es Directora de la Asociación de Etología Clínica Veterinaria de Chile.

“No solamente es importante irnos al signo del comportamiento, que es la agresividad. Hay un sesgo muy importante a veces en la medicina veterinaria, que es irnos inmediatamente a lo rápido, a lo concreto, pero si no sabemos bien de qué se trata la agresividad, nunca nos va a resultar un tratamiento. Por esto es que hay muchos métodos fallidos para abordar la agresividad hoy por hoy”, comenzó exponiendo la profesional.

Luego de realizar un repaso sobre la domesticación de los perros a lo largo de la historia, quienes han coevolucionado junto a los humanos, Torres enfatizó en la importancia de comprender lo que es la agresividad, la cual puede presentarse como una conducta normal dentro del repertorio de la etología -estudio del comportamiento de los animales- de los canes, como también puede ser un problema de conducta patológica, la que tiene sus raíces en trastornos de ansiedad y sus respuestas neuroquímicas/neurofísicas.

En ese sentido, recalcó la importancia de analizar la agresividad en base a la ciencia, destacando que el perro agresivo “está con un problema emocional, que se procesa en un órgano muy importante, que es el cerebro”.

Además, agregó dirigiéndose a estudiantes y médicos veterinarios que “las emociones son un reflejo de una actividad química de neurotransmisores, más los procesos de aprendizaje. Históricamente nos hemos enfocado en el aprendizaje, por medio del adiestramiento, pero nos hemos olvidado de la parte emocional, y esa parte es en la que nosotros como etólogos clínicos o médicos del comportamiento nos debiéramos enfocar, por medio de la neurobiología y por medio del estudio de todo el resto de los sistemas del organismo y cómo esos sistemas afectan al cerebro”.