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El investigador de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Construcción UDLA, Ricardo Greene, estuvo presente en el conversatorio “Encuentro Habitar Sostenible” que se realizó en la ciudad de Puerto Varas.

Dicha instancia fue organizada por la Fundación M.A.P.A. en colaboración de la Facultad de Ciencias Forestales y de la Conservación de la Naturaleza de la Universidad de Chile y el Colegio de Arquitectos Zonal Llanquihue, con el fin de reflexionar sobre las problemáticas y soluciones a la explosiva migración de grandes núcleos urbanos hacia ciudades pequeñas predominantemente.

La presentación del investigador UDLA denominada “El sonido del alambre de púas, peligros y desafíos de la parcelación rural” comenzó con un análisis sobre el carácter publicitario de las inmobiliarias, que ofrecen proyectos de viviendas con las comodidades de condominios urbanos en sectores rurales en regiones del sur del país, como por ejemplo en  Frutillar, Puerto Varas, Llanquihue, entre otros.

La publicidad inmobiliaria no viene necesariamente a ser la causante principal o el motor inmóvil de un proceso de urbanización, sino que viene a captar funciones ciudadanas, intereses que apuntan en esta dirección”, interpretó Greene.

Greene, mientras realizaba su tesis doctoral sobre la localidad urbana de Nordelta, Provincia de Buenos Aires, Argentina, acuñó el concepto de “Ética del confort”, el que relaciona con el buen vivir. “Cuando hablo de una ética, hablo de una manera de conducirse a sí mismo. No quiero poner una ética por encima de otra, hay muchas posibles. Lo que quiero constatar es que las personas han conducido su vida de otra manera. Conducir la vida hacia un cierto bienestar mucho más contenido, que se juega en la familia, en el bienestar corporal y en el equilibrio espiritual”, explicó el investigador.

Este concepto lo analizó a través de las expectativas de las personas y cómo las inmobiliarias ofrecen estilos de vida en sectores rurales que a medida que el tiempo pasa se van urbanizando. Donde el foco de estas empresas va hacia personas de las urbes o de la capital ofreciendo una forma de escape a la naturaleza; ahí es donde surgen ciertas “fricciones” como lo denomina Greene, como la poca costumbre a las adversidades naturales, a las rutinas y costumbres de los lugareños. Esto produce dinámicas sociales que llevan a las personas a migrar cada cierto tiempo resquebrajando la burbuja de las expectativas.

Siguiendo en la línea de comparar lo sucedido en Nordelta con lo que puede pasar con los procesos inmobiliarios en el sur de Chile, el investigador mostró los problemas de la privatización de los sectores rurales, dando ciertos ejemplos de lo que sucede en la localidad trasandina, “empiezan a constituirse como unidades homogéneas y barriales. Son lugares que se cierran, empiezan a construir sus propias normas y protocolos, no solamente para ellos, sino que también para quienes entran al barrio, una serie de reglas. Si se transgreden las normas, la sanción va a quién te dejó entrar”.

Además, expuso ciertas medidas de control y autonomía del lugar, “cuando entran los servicios privados se vigilan, hay un guardia siempre atrás de los trabajadores y trabajadores, y eso, la privatización de los servicios privados lleva a pensar que ¿Por qué vamos a pagar impuestos? Si nosotros construimos las calles, nosotros recogemos nuestra basura, eso es bastante transversal. Empiezan a pensarse autónomamente”.