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Desde 2019 y gracias a un financiamiento estatal, la académica de la Facultad de Salud y Ciencias Sociales, Izaskun Álvarez-Aguado, está desarrollando un proyecto orientado al estudio de los desafíos que plantea el envejecimiento de la población con discapacidad intelectual en nuestro país. 

El objetivo de esta investigación está relacionado con el análisis de las necesidades y oportunidades de apoyo al proceso de transición a la vejez de personas con discapacidad intelectual, para definir recursos o estrategias que mejoren las percepciones de ellas sobre su propia calidad de vida. 

Según la académica, desde esta investigación “se logran desentrañar algunas de las necesidades fundamentales de esta población tan específica. Esta aproximación se hace desde una óptica inclusiva que adopta no sólo la visión de los protagonistas, sino también la de personas significativas para ellas. En el campo de la discapacidad intelectual este es un elemento imprescindible para el éxito de cualquier intervención”.  

La muestra de este estudio está compuesta por 1.286 personas con las siguientes características: la mayoría son hombres entre 45 y 93 años; el 82% nunca se ha desempeñado laboralmente; solo el 8% está alfabetizado; el 51% tiene una discapacidad intelectual severa y el 58% vive en el hogar familiar.  

La académica UDLA junto a su equipo de trabajo, estudió la calidad de vida de esta población y sus necesidades mediante técnicas cuantitativas y cualitativas, entre ellas: la Escala FUMAT sobre Calidad de Vida, el Test CAMDEX-DS para evaluar síntomas de demencia en personas con discapacidad intelectual, y a partir de historias de vida.

Algunos de los resultados más relevantes del análisis de los datos obtenidos apuntan a:  

  • Quienes tienen más edad y son hombres, presentan mejor calidad de vida. 
  • Quienes acceden diariamente a internet tienen menos problemas de memoria. 
  • Quienes viven en el hogar familiar presentan menos índice de depresión. 
  • Quienes han trabajado, presentan mayor bienestar emocional. 
  • Quienes están alfabetizados, preservan lenguaje más tiempo. 
  • Las personas con discapacidades severas son más autodeterminadas. 

Para Álvarez-Aguado, los desafíos asociados a estos resultados sugieren “estudiar el potencial de la tecnología para incrementar los niveles de calidad de vida de estas personas, repensar los servicios residenciales dirigidos a esta población y replantear los sistemas de alfabetización adecuándolos a las necesidades de las personas que van a envejeciendo”.