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El Director de la Escuela de Construcción e investigador del Centro de Producción del Espacio de nuestra casa de estudios, Carlos Aguirre, es uno de los autores del trabajo de investigación “Covid-19 y ciudad: hacia un modelo integrado de vivienda, microbiología, ambiente y urbanismo”.

El trabajo transdisciplinario, que incluyó a académicos de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica; de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y de Ciencias de la Adolfo Ibáñez, Del Desarrollo y Andrés Bello, tiene como objetivo proponer una aproximación integrada de microbiología, vivienda, ambiente y urbanismo, a partir de un modelo de interacciones y nexos sistémicos y un análisis empírico para Santiago de Chile.

La investigación, participante en el proyecto Fondecyt Regular “Nexo Pobreza Energética” dirigido por Felipe Encinas, profesional de la Pontificia Universidad Católica, es la conclusión de cinco años de trabajo convergente y paralelo con el Centro de Producción del Espacio de UDLA.

La publicación, realizada en la Revista Arquitectura Ciudad y Entorno (ACE) de la Escuela de Superior de Arquitectura de Barcelona, muestra cómo el proceso de propagación en la ciudad se ve potenciada por vulnerabilidades de índole socio espacial, sanitaria intradomiciliaria y urbana, más una aproximación desde el concepto de pobreza energética.

Al mismo tiempo, “se pudo comprobar cómo las variables asociadas a estas vulnerabilidades permitían explicar la tasa de incidencia de casos confirmados por cada 100.000 habitantes a través de las distintas comunas en el área metropolitana de Santiago de Chile”.

A partir de datos obtenidos durante la investigación, los autores plantean que “en la medida en que aumentan las condiciones de hacinamiento de las viviendas, la precariedad de las viviendas (en términos de calidad constructiva) y la cantidad de jefes/as de hogar con trabajo precario, más alta es la tasa de incidencia de la enfermedad a nivel comuna”.

Sobre las comunidades microbianas al interior de los espacios construidos, afirman que “es el resultado del ambiente, la vivienda, sus habitantes y los hábitos de éstos, por tanto, conocer su composición, abundancia y distribución requiere integrar esta caracterización con el entorno, trazando los microorganismos desde su origen o fuente, para luego comprender cómo la vivienda, con sus componentes físicos, químicos y biológicos las modifican”.

Como parte de sus conclusiones, los investigadores sostienen que existe la “necesidad de proponer una agenda de investigación para este nuevo equipo multidisciplinario de “Microbioma Urbano”, en relación con la necesidad de realización de muestreos microbiológicos que permitan mejorar las condiciones de viviendas, barrios y ciudades, aportando en la superación de las vulnerabilidades identificadas en este estudio”.

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