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Tania Oyarce González, egresada de Pedagogía en Educación Parvularia de Sede Viña del Mar (2019), nunca imaginó que el inicio de sus labores como educadora estaría marcado por la pandemia por Covid-19.

De un momento a otro, al igual que muchos docentes en nuestro país, tuvo que asumir el gran desafío de dejar el aula y adaptar rápidamente sus clases a un formato remoto, permitiendo así que sus alumnos pudieran continuar con su proceso de enseñanza- aprendizaje y a la vez cuidar su salud.

Hoy, a un año y medio del inicio de la crisis sanitaria, y como educadora de párvulos del Colegio Saint-Lawrence Quilpué, cuenta cómo ha sido la experiencia de realizar educación remota de emergencia, tanto con clases 100% online como en formato híbrido.

¿Por qué decidiste estudiar Pedagogía en Educación Parvularia?

Siempre me ha gustado el área de la educación, creo que es la base para enfrentar el futuro. Siempre tuve un gran lazo con niños y niñas y quiero aportar entregándoles las herramientas necesarias para su desarrollo cognitivo, emocional, valórico.

¿Qué fue lo que más de gustó de tu carrera?

Es una carrera integral, que permite abordar distintas áreas de la educación. La malla incluyó asignaturas que nos prepararon de la mejor manera para el campo laboral y para distintas instancias evaluativas. Destaco el ambiente cercano entre directores-docentes- alumnos. Siempre nos fomentaron la responsabilidad en nuestro ejercicio profesional y la necesidad de perfeccionamiento continuo, que aplico constantemente, innovando en el aula (presencial y virtual), investigando metodologías y capacitándome para mejorar mi práctica educativa.

¿Cómo ha sido trabajar con párvulos durante la emergencia sanitaria?

En un principio, con clases virtuales, pensé que sería difícil, pues estando en casa hay más distractores y sería más difícil para los niños concentrarse frente a la pantalla, pero se adaptaron fácilmente y la familia ha sido un gran apoyo. Han respondido bien a las experiencias de aprendizaje.

¿Qué ha sido lo positivo de ello y lo más complejo?

Lo positivo es que, a pesar de las dificultades, los niños y niñas han podido desarrollar sus habilidades, cumpliendo los objetivos de aprendizaje seleccionados. Se adaptan fácilmente a los cambios y han contado con el apoyo del hogar. Ellos son conscientes de los cuidados que deben seguir. Lo más complejo ha sido la poca conectividad de algunos alumnos por motivos laborales de los padres, no pudiendo tener un seguimiento de ellos.

¿Cómo crees que los conocimientos adquiridos en UDLA te permitieron enfrentar el contexto de pandemia?

Han sido fundamentales, ya que en nuestro proceso formativo se nos presentaron varias asignaturas que hoy cobran gran relevancia, por ejemplo, informática, donde nos enseñaron plataformas interactivas, creación de juegos, uso de office, determinantes para el contexto actual. También, la importancia de la familia y comunidad, que en esta modalidad ha sido protagonista, con un trabajo aún más cercano que antes. Por último, el fomentarnos la necesidad de adaptarnos, de investigar y ser flexibles en nuestro quehacer.

¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar de manera 100% remota y ahora con clases híbridas?

Ha sido un proceso difícil, pero de aprendizaje, permitiéndome mejorar la práctica educativa. Trabajar 100% remoto facilita la labor del docente puesto que la atención está completamente en la pantalla, pero se pierde el contacto con quienes no se pueden conectar. Trabajar de forma híbrida es más agotador, puesto que significa estar en dos escenarios al mismo tiempo, por lo tanto, la atención no se concentra en un solo lugar. Pero lo positivo es que asisten aquellos párvulos que no se pueden conectar virtualmente.

¿Qué enseñanza deja un contexto como este?

Debemos asumir que la tecnología se instaló en el sistema educativo, por lo que se debe invertir en este ámbito, para que todos puedan acceder a la educación ante cualquier contexto.