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Con seis años de experiencia laboral, Marcela Cavada está asumiendo actualmente uno de los mayores desafíos en su carrera como profesional. La egresada de Técnico de Nivel Superior en Enfermería, es parte del equipo de la Unidad de Tratamientos Intensivos del Hospital Eloísa Díaz ubicado en la comuna de La Florida.


¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar en una emergencia sanitaria tan compleja como por la que estamos pasando?

Difícil, porque uno nunca se espera tener que vivir este tipo de situaciones. Ha sido bastante complicado, doloroso y fuerte porque a uno le ha tocado estar en la “primera línea” firme, presente, dándolo todo y la vez aprendiendo día a día. Cuando uno se quita el “armamento”, quedo con la sensación de tristeza.

¿Cuál es la realidad del Hospital Eloísa Díaz, uno de los recintos hospitalarios más congestionados en la Región Metropolitana en esta pandemia?

Yo hace años trabajo en la Unidad de Cuidados Medios, pero a raíz de la emergencia sanitaria esa área se transformó en Unidad de Tratamiento Intensivo (UTI) porque la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) se vio colapsada; hemos tenido un ingreso que nos ha tenido muy complicados. La mayoría de los pacientes son de la tercera edad, pero una de las grandes sorpresas que nos hemos llevado ha sido ver a pacientes de 28-30 años hospitalizados graves. Es difícil verlos ahí porque uno siempre piensa que este virus ataca a las personas más adultas, pero no es así.

Pasar de la Unidad de Cuidados Medios a una UTI es un tremendo desafío personal y profesional. ¿Cómo tomas esto?

No tuvimos una capacitación extensa debido a la emergencia sanitaria que teníamos adelante, pero de todas formas las profesionales teníamos los conocimientos para poder afrontar este desafío; lo que me enseñaron en UDLA lo pude poner en práctica sin ningún problema. Ha sido complejo porque la mayoría de los pacientes que ingresan a la UTI son intubados, por lo que necesitan tratamientos mucho más complejos. Ahí nosotros ayudamos a manejar temas importantes como la línea arterial o los medicamentos, porque hay que recordar que muchos pacientes son diabéticos, hipertensos o tienen otras patologías. Los profesionales del área tenemos mucha responsabilidad.

En las últimas semanas estuviste fuera de tu trabajo por haber dado positivo al examen PCR. ¿Cómo viviste el haberte contagiado de COVID-19 en tu propio trabajo?

Tuve síntomas y fueron bastante complicados, pasé susto, soy una sobreviviente del coronavirus. Cuando entras a turno tienes que guardarte los miedos y enfocarte en el trabajo, pero al salir, obviamente vuelve la aprensión por el contagio; uno intenta tomar todas las precauciones como el lavado de manos, de ropa o de la distancia social. Los primeros días son muy difíciles y tienes mucho miedo porque conoces y sabes el manejo de los pacientes que caen al hospital.

¿Cómo crees que tu formación en UDLA te permitió obtener las herramientas para hoy poder desarrollarte de buena formar en el mercado laboral?

Mi paso por UDLA fue muy interesante. Cuando me matriculé, venía saliendo de una separación con tres niños pequeños, por lo que el hecho de entrar a la universidad fue un desafío bastante grande. Pero al final del camino le pude mostrar a mi familia y en especial a mis hijos, que a pesar de todas las dificultades que uno tiene, puede salir adelante.

En ese proceso recibí muchísimo la ayuda de los académicos y docentes quienes me permitieron tener una flexibilidad horaria para que pudiera cumplir con mis labores de madre; les agradezco esa colaboración.

Con respecto a la formación, fue muy buena, la práctica que alcancé ahí me ha servido bastante. Valoro también que durante la carrera nos dieran la oportunidad de estar en diferentes áreas como por ejemplo la Atención Primaria en la comuna de Pudahuel o poder hacer mi práctica en la Clínica Indisa. Eso me sirvió para aprender a relacionarme con las personas, ver las diferencias que existen en nuestro país en el área de la salud y trabajar mucho más mi lado comunitario.