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Francisco Vergara, director del Centro Producción del Espacio (CPE) de UDLA, fue invitado a participar como uno de los oradores del ciclo de conversaciones sobre la preparación y resiliencia de las ciudades ante la pandemia del Festival de Arquitectura de Copenhaguen.

Los conversatorios se centraron en el papel y la posición de los arquitectos y profesionales de la planificación en la preparación de ciudades resistentes a la pandemia, donde lo básico como el acceso a viviendas seguras, espacio, aire limpio, alimentos y agua no se considera un privilegio sino un derecho humano básico.

La charla de Vergara, junto a Emmanuel Raju, profesor asociado de KU en el Departamento de Salud Pública y copresidente del Centro de Copenhague, se centró en los desafíos espaciales planteados por la pandemia del COVID-19 con un enfoque desde la densidad de viviendas y estándares mínimos, densidad urbana y los riesgos dentro de campamentos de refugiados superpoblados y asentamientos informales, distanciamiento social y acceso al espacio público, etc.

El académico de UDLA comenzó explicando que “las personas tienen miedo de estar cerca de otra porque es una forma de contagio, pero también, están las personas que están conectando esta pandemia del COVID-19 con el cambio climático. Uno de los descubrimientos de la planificación urbana es que la densidad podría ser una de las soluciones para enfrentar de gran manera esta problemática a nivel mundial”.

Hay datos que demuestran que las grandes ciudades están más complicadas que otras con el coronavirus puesto que en las más pequeñas es más fácil rastrear los casos y tener control de la expansión. En ciudades que tienen mayor densidad, los habitantes tendrán mayores posibilidades de quedarse en casa, hacer cuarentena y disfrutar el espacio”, complementó.

Con respecto al futuro, Vergara agregó que “esta pandemia nos ha mostrado lo importante que es la densidad. No es solo reunir a personas en un determinado edificio o en un área, sino que es una transformación sistemática de las ciudades. La nueva arquitectura del cambio climático debe pensar en la higiene, en limpiar espacios, en ventanas y casas más grandes. Debemos repensar en cómo enfrentamos la arquitectura, que sea un bien público, no una ganancia. No podemos permitir más casas pequeñas y departamentos cajas de fósforos”.

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