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  Siguiendo con los conversatorios online, los estudiantes del curso Taller de Comunicación Gráfica ARQ115 de la Escuela de Arquitectura, asistieron a la charla “Laboratorio de cartografía”, la cual tuvo como invitada a la arquitecta francesa radicada en Quito, Marie Combette.

Como otra línea exploratoria, durante su carrera la profesional ha buscado aprender de los conocimientos ancestrales, tradicionales y respuestas inteligentes de dispositivos en lugares cotidianos e inesperados. Dibuja a mano como una manera de administrar el conocimiento y se comunica a través de él; piensa que en el ejercicio de construir puede constatar hipótesis y generar más preguntas.

La expositora comenzó explicando algunos procesos del dibujo haciendo referencia a cómo los exploradores en la antigüedad medían los territorios al cual se iban enfrentando: “geometrizar los elementos nos ayuda a medir y a dibujar la línea anatómica de las cosas. A partir de eso, como somos arquitectos y tenemos la línea de abstracción del espacio, podemos explicar lo que es una curva de nivel, lo que se define como los cortes del mismo territorio, una montaña, por ejemplo, en una hoja”. 

Con respecto a la creación de mapas, la arquitecta manifestó que estos “siempre son la interpretación de uno. Es una fotografía tomada de un instante, tomada por cierta persona, por lo tanto, tiene datos científicos y sensibles relacionados a las emociones”.

Durante la exposición, Combette compartió con los asistentes dos obras personales que la marcaron en su carrera. La primera corresponde a su proyecto de título: “Cohabitar, la experiencia de la complejidad de un espacio residual”, el que nació a partir de un intercambio estudiantil en México.

En esta experiencia viví en una casa colectiva que tenía 35 habitaciones y era un laberinto. Cuando volví a Francia para titularme decidí que ese sería el tema del título y el desafío fue cómo a partir de la distancia, y sin muchas fotografías, podía reconstruir esta casa para entenderla. El proceso que hice fue agotar el espacio dentro de mi memoria y a través del dibujo reflejar la realidad de lo que es una casa colectiva. Hice distintos esquemas de distancia física y visual que reflejaban que por ejemplo para ver a mi amiga tenía una distancia visual de x metros, pero para llegar hacia ella tenía que subir una escalera, pasar al patio y por fin llegar”, apuntó la profesional.

La segunda obra fue la investigación: “Valparaíso Público”, expuesta en la Bienal de Venecia en 2018, y que se basó en el levantamiento de 50 espacios públicos en 10 cerros de la ciudad porteña.

La esencia de Valparaíso está en el vacío que existe entre las casas. De este levantamiento hicimos una representación única para cada espacio justamente para llegar a lo que es una colección y que todos los espacios tuvieran el mismo lenguaje. Tratamos de quitar todo lo nostálgico y los colores porque creemos que no es la esencia espacial de Valparaíso que queríamos enseñar y a la cual nos tenían acostumbrados.”, cerró la arquitecta.